esta boca no es mía
Alfonso Gumucio
La Cancillería boliviana, a través del Ministro Choquehuanca, dice que le preocupa la queja presentada por el gobierno del Perú a la OEA: “Nos preocupa esta situación, de que por algunas declaraciones de algunas personas quieran fomentar para que nuestros pueblos puedan romper relaciones”, manifestó Choquehuanca, según leemos en la prensa. ¿Cuales serán esas personas que quieren dañar la relación entre dos países hermanos? El canciller no dio nombres, pero a cualquier lector se le vendrá a la cabeza uno muy prominente: Evo Morales.
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Efectivamente, si uno analiza objetivamente lo que ha sucedido, solamente hay una persona que ha contribuido, con sus declaraciones torpes, poco diplomáticas y ofensivas, a que se deterioren las relaciones con el Perú, y esa persona es el presidente boliviano, quien siempre dispara antes de pensar. Y él mismo se señala con el dedo (al día siguiente), cuando promete que no callará y que seguirá “orientando” a otros países. Demasiada generosidad la de meterse en casa ajena sin ordenar la propia primero.
Alguien debería prohibirle abrir la boca al presidente sin antes reflexionar sobre lo que va a decir. No es posible que un mandatario se la pase creando conflictos debido a su incontinencia verbal. Alguien tiene que decirle que cuando habla, lo hace en nombre de todos lo bolivianos, no de sí mismo, por lo tanto no puede decir lo que le plazca.
Evo Morales tiene que tener eso bien claro, y mejor que alguien se lo explique de manera didáctica, para que entienda: como Presidente de Bolivia, no puede emitir cualquier declaración que se le antoje. En las funciones que desempeña, tiene que representar al país, es decir, a todos nosotros, y por ello no puede decir cosas que no reflejan el sentimiento de la mayoría de los bolivianos. Cuando se es presidente de un país las responsabilidades son de ese tamaño, porque uno representa algo más grande que un sindicato o que un partido político o que un equipo de fútbol.
Su boca desmesurada lo hace meterse en líos contraproducentes para su propia imagen. Cuando dijo que Alan García estaba demasiado subido de peso, se hizo merecedor a una respuesta humillante: “Yo tengo mis preferencias bien definidas y no ando mirando hombres”, replicó el presidente peruano. Le devolvió el piropo a Evo con mucha elegancia.
Me compadezco de los funcionarios del Ministerio de Relaciones Exteriores, de los representantes diplomáticos de Bolivia en otros países y en los organismos multilaterales, porque seguramente se ven en figurillas para explicar por qué el Presidente dice cosas que provocan y crean conflicto. Seguramente algunos en privado, simplemente se disculpan: “No hagan caso de nuestro Presidente, dice cosas inconvenientes pero son solamente declaraciones, de ahí no pasa”. Sin embargo, es triste que uno no pueda sentir orgullo de la máxima autoridad del país, que por sus propias acciones se achica, se disminuye a sí mismo, vuelve a ser el sindicalero cocalero que siempre fue, y nada por encima de eso.
Para no quedarse atrás, otros funcionarios del gobierno compiten con el presidente en quién hace la declaración más estruendosa. El Ministro de Gobierno nos ha dado algunos ejemplos, y también el propio canciller, aunque recientemente se ha mantenido en cintura.
Cuando se tiene un pasado de lucha sindical, tres elementos predominan: a) el discurso virulento, b) las acciones en la calle, c) la negociación. El Presidente Evo Morales ha tratado de mantener los dos primeros en su gobierno, sin darse cuenta de que ocupa una posición diferente en el escenario del país e internacional.
A ver, cómo se le puede explicar más simplemente…. Quizás usando una metáfora del fútbol, que es algo que sí conoce y que practica con más ahínco, fervor y dedicación que la presidencia. Evo tiene que comprender que antes jugaba de delantero, y ahora tiene que atajar los goles. Pásenle el mensaje por favor. (Copiado de bolpress.com)
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