La Carta Democrática y el Gobierno de Maduro
Marcelo Ostria
El nuevo informe del secretario general de la OEA, Luis Almagro, sobre la crisis venezolana, con una renovada propuesta de aplicar la Carta Democrática Interamericana al régimen populista de Nicolás Maduro, ha provocado algunas reacciones claras, otras cautas, y algunas que llegan al cinismo negando las evidencias de que la autocracia chavista viola los derechos y las libertades de los venezolanos y avasalla las instituciones republicanas.
Esta nueva versión del informe muestra que el secretario general ha revertido el marasmo de su antecesor, rescatando así el papel de la Organización de defensa de la democracia. Pero no todo es grato para Luis Almagro: en su país, Uruguay, el vicecanciller José Cancela reiteró una posición dubitante: "La posición de Uruguay es la misma. Hasta ahora no se han verificado los supuestos necesarios (?) para aplicar la Carta Democrática de la OEA” (El País de Montevideo, 17.03.17), lo que pone en duda las denuncias contenidas en el informe del secretario general. Y no le será grato porque él fue canciller del Gobierno del Frente Amplio que presidió José Mujica, tan cercano al régimen ‘bolivariano’.
No hay certeza de que la mayoría de los países miembros de la OEA vaya a apoyar la propuesta del secretario general de aplicar la Carta Democrática Interamericana al Gobierno venezolano. Pero lo que sí está a la vista es que el chavismo ya no cuenta con el mismo apoyo de hace un tiempo. Por ejemplo, el presidente de Perú definió que su país apoyará la propuesta de Almagro de aplicar la Carta al Gobierno venezolano, y personeros de los gobiernos de Brasil y Argentina dejaron entrever su posición en igual sentido.
Independientemente de que se aplique o no la Carta Democrática al Gobierno venezolano, se advierte que hay gran inquietud en las filas de los ‘bolivarianos’. Según María Teresa Romero (Panampost 17.03.17) los chavistas “andan más que preocupados por el cerco interamericano que paulatinamente les está rodeando para que abran la salida electoral en Venezuela”. Y añade: “Para ellos, como para todos que lo quieran ver, es obvio que ese cerco es serio y contundente, que ya no se trata de una simple presión internacional esporádica e intermitente como la que sucedía antes de finales de 2016 cuando aún había esperanzas de que la salida electoral y pacífica era posible en el país”.
Lo que viene es impredecible, pero no será peor para los que sufren los embates de las autocracias.
Esta nueva versión del informe muestra que el secretario general ha revertido el marasmo de su antecesor, rescatando así el papel de la Organización de defensa de la democracia. Pero no todo es grato para Luis Almagro: en su país, Uruguay, el vicecanciller José Cancela reiteró una posición dubitante: "La posición de Uruguay es la misma. Hasta ahora no se han verificado los supuestos necesarios (?) para aplicar la Carta Democrática de la OEA” (El País de Montevideo, 17.03.17), lo que pone en duda las denuncias contenidas en el informe del secretario general. Y no le será grato porque él fue canciller del Gobierno del Frente Amplio que presidió José Mujica, tan cercano al régimen ‘bolivariano’.
No hay certeza de que la mayoría de los países miembros de la OEA vaya a apoyar la propuesta del secretario general de aplicar la Carta Democrática Interamericana al Gobierno venezolano. Pero lo que sí está a la vista es que el chavismo ya no cuenta con el mismo apoyo de hace un tiempo. Por ejemplo, el presidente de Perú definió que su país apoyará la propuesta de Almagro de aplicar la Carta al Gobierno venezolano, y personeros de los gobiernos de Brasil y Argentina dejaron entrever su posición en igual sentido.
Independientemente de que se aplique o no la Carta Democrática al Gobierno venezolano, se advierte que hay gran inquietud en las filas de los ‘bolivarianos’. Según María Teresa Romero (Panampost 17.03.17) los chavistas “andan más que preocupados por el cerco interamericano que paulatinamente les está rodeando para que abran la salida electoral en Venezuela”. Y añade: “Para ellos, como para todos que lo quieran ver, es obvio que ese cerco es serio y contundente, que ya no se trata de una simple presión internacional esporádica e intermitente como la que sucedía antes de finales de 2016 cuando aún había esperanzas de que la salida electoral y pacífica era posible en el país”.
Lo que viene es impredecible, pero no será peor para los que sufren los embates de las autocracias.
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