El video “El cártel de la mentira”, producido por un adherente al Gobierno del MAS de nacionalidad argentina, no pasaría de ser un relato mal hecho, parcializado y claramente ideologizado, si no fuera que, por un lado, ha sido elaborado para fines sectarios con dineros del Tesoro del Estado y, por el otro, puede provocar en los adherentes más fanatizados del MAS impulsos de violencia en contra del libre ejercicio del periodismo en el país. No en vano, finaliza este video haciendo referencia a que el mundo de los medios es un campo de batalla en el que “unos triunfan y otros son derrotados”.
La producción es un intento más para tratar de negar lo evidente: que el Presidente del Estado mantuvo una relación amorosa con una ciudadana bastante menor que él, con la que creyó haber concebido un hijo que falleció (luego, hasta el propio Mandatario fue convencido por su entorno de que no hubo hijo) y que por no se sabe qué acciones o documentos la ciudadana hizo creer que era abogada y fue contratada en su planta ejecutiva por una empresa china que obtuvo jugosas adjudicaciones de obras estatales, generalmente por invitación directa.
Ese es el fondo de la cuestión, que, obviamente, el video no aborda, con lo que hace quedar, desde un plano moral, muy mal a Presidente del Estado en cuanto a sus relaciones afectivas y familiares se refiere. Como aclara el productor, el video no se refiere a ese problema (con lo que cree que está resuelto) sino a cómo los medios y los periodistas a los que ataca informaron sobre el tema, bajo la hipótesis de que estos conformaron una asociación delictuosa a la que denomina, como lo hizo el Ministro de la Presidencia, el “cártel de la mentira”.
Desde otro enfoque, la aprobación del video por sus contratantes, así como el empeño de las autoridades por difundirlo, provocan, por lo menos, asombro. Técnicamente es una mala producción, su sustento teórico es claramente obsoleto y quienes validan sus hipótesis son, todas, adherentes del MAS y del Gobierno. Se entrevista a dos de los periodistas acusados de pertenecer al presunto cártel y se hace uso de titulares de dos periódicos y una agencia de informaciones. Se suma la reproducción de espacios informativos de otros dos periodistas a quienes al parecer no se entrevistó. Es decir, es muy probable que sólo sean las personas afines al actual Gobierno las que den validez “documental” al video.
Para malograr más la producción, en el campo internacional hay entrevistas o se reproducen intervenciones de algunos expresidentes, todos ellos —salvo el de Uruguay— alineados políticamente, y sobre los que pesan graves denuncias de corrupción; dos periodistas, uno que trabaja en Argentina y que es conocido como un mercenario de la información y otro fundador de Telesur que de difusor de buena información pocos podrán dar fe y un compatriota del productor, que está relacionado con la presidenta de la Cámara de Diputados. Todos ellos asegurando que son los medios tradicionales los que dañan a la democracia.
Se trata, en fin, de un video de la mentira y es lamentable que el Gobierno, que mereció tan buen puntaje en el campo de la información en sus orígenes, haya caído tanto en su afán de desprestigiar el libre ejercicio del periodismo. Problema de ellos.
La ciudad de Cochabamba, su gente, sus calles y plazas. Sus ríos y montañas. Su historia y geografía, su futuro promisorio. Su siempre renovada imagen.
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martes, 20 de diciembre de 2016
Los Tiempos esclarece que "el video de la mentira" es para negar lo evidente. la relación de Evo con la Zapata, bastantes años menor. el audiovisual fantasea "se inventa una maniobra para desprestigiar a un grupo de periodistas, a algunos medios que le habrían hecho perder la Consulta del 21F. un "mercenario argentino" bien pagado se prestó a escribir el manus sobre el cual editan un film que Evo está difundiendo a toda costa.
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