Una vez más, el Presidente del Estado se ha quejado, ante una audiencia cautiva conformada por quienes asisten a la III Cumbre Continental de Comunicación Indígena de Abya Yala, de los medios de comunicación privados, pues, según el dignatario, lo atacan sistemáticamente deseándole incluso la muerte. Además, reiteró que estos medios sólo defienden sus intereses y de las transnacionales y nunca defendieron a los movimientos sociales.
Se trata, como conoce la ciudadanía, de un discurso reiterativo que, por lo demás, no resiste un simple análisis de contenido. Es posible que, como sucede en los canales que manipula el Gobierno que agreden sistemáticamente en contra de quienes no son sus adherentes, en alguno que otro del área privada haya algunos ataques personales en contra del Primer Mandatario o sus colaboradores, pero en la gran mayoría de ellos predomina el profesionalismo y se evitan alusiones de carácter personal, salvo cuando algunas acciones afectan al interés público.
En este sentido, a más de 10 años de ejercicio del poder, las autoridades debieran olvidar los discursos maniqueos que, finalmente, sólo muestran sus propios fracasos, pues ellas mismas reconocen que han sido incapaces de crear las condiciones para una pacífica, respetuosa y solidaria convivencia social. Más bien, han dado prioridad a la confrontación, a la intolerancia, sembrando los gérmenes de la división y la polarización.
Desde otra perspectiva, qué bien les haría a las autoridades escuchar a los medios que ataca para recuperar confianza social, pues sus mensajes les ayudarían a romper los muros que la adulonería y el autoritarismo han construido a su alrededor, alejándolas de la sociedad.
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