Hechos violentos estremecieron la ciudad de El Alto, que derivaron en la muerte de seis personas y más de una veintena de heridos, en un todavía confuso incidente que se produjo después de que una marcha de vecinos, que exigía obras, degenerara en la violenta toma del edificio municipal, saqueado e incendiado por una turba incontrolable que, además, sustrajo documentación relacionada con investigaciones de supuestos actos de corrupción de la anterior gestión edilicia. A escasa distancia del lugar, inexplicablemente la Policía no reaccionó a tiempo para evitar el desenlace fatídico y doloroso que dispara las tensiones en puertas del referéndum que decidirá si se modifica la Constitución Política del Estado.
Cuando las llamas consumían la Alcaldía alteña, sus ocupantes, aterrorizados, trataban de ponerse a salvo escalando a las partes altas o descolgándose por las ventanas del inmueble atacado. No tuvieron la misma suerte los funcionarios ediles que, en uno de los ambientes cerrados, perdieron la vida asfixiados por la densa humareda y la falta de auxilio oportuno. Casi al mismo tiempo, en la zona sur de la sede de Gobierno, el presidente Evo Morales asistía a un festivo cierre de campaña. Informado de lo sucedido, instruyó a sus ministros colaborar con las familias de los fallecidos y pidió una investigación para identificar y detener a los culpables del violento ataque.
Entre lágrimas, la alcaldesa de El Alto, Soledad Chapetón, responsabilizó de lo ocurrido a militantes del MAS y, poco antes, el viceministro de Gobierno, Marcelo Elío, calificó el hecho como un 'autoatentado', una apreciación temeraria luego desvirtuada por otros altos funcionarios gubernamentales que, prudentemente, recomendaron no adelantar criterios hasta que no haya resultados concretos de la investigación. Empero, a Chapetón, de la línea opositora al masismo, se la tenían jurada. Poco después de haber ganado la elección al cargo, el presidente descartó trabajar con ella por 'diferencias políticas', mientras que un ejecutivo gremial alteño le advirtió que se convertiría en su 'pesadilla' permanente.
Lo ocurrido en El Alto es extremadamente preocupante por su similitud a otros hechos de triste evocación en el país como muestra de la intolerancia y del atropello que pretenden imponerse en la búsqueda insaciable de espacios de poder. El saldo fatal de víctimas de la violencia irracional y del ataque brutal a la institucionalidad desprotegida por las fuerzas del orden exigen un pronto y necesario esclarecimiento, tal como lo ha solicitado el propio jefe de Estado
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