Es tan fuerte el impacto que tanto en Bolivia como en Chile ha tenido la participación del expresidente Carlos Mesa en una entrevista televisiva sobre la demanda marítima de nuestro país, que es probable que el tema siga teniendo repercusiones en ambos lados de la frontera. Y como si ese efecto no fuera más que suficiente para justificar las apreciaciones positivas, a él se suman resultados colaterales, cuya importancia también merece ser destacada.
Uno de ellos es el que se refiere a la actitud que debe esperarse de los medios de comunicación de ambos países cuando de abordar con rigor tan conflictivo tema se trata.
En efecto, han surgido muchas críticas en Chile contra los ejecutivos de Televisión Nacional de Chile (TVN) y del periodista que condujo la entrevista, que han dado lugar a un renovado debate sobre el rol que deben jugar los periodistas cuando de informar y fomentar el debate de ideas se trata.
Quienes con más fervor chauvinista se han sumado a la ola de censura son los sectores más conservadores del espectro político chileno que, aparentemente añorando la época dictatorial, consideran inconcebible que en cualquier medio de comunicación –mucho menos uno estatal, como TVN– se exprese una voz distinta a la oficial. Pero, también lo han hecho algunos representantes de uno de los partidos de gobierno, que incluso han hecho referencia a ciertas medidas disciplinarias.
Felizmente, más vigorosas que esas voces han sido las de quienes dan prioridad a la importancia informativa de un hecho, profesionalismo que han demostrado los directores de TVN. Una encomiable muestra de independencia periodística que merece ser emulada.
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