El presidente del Estado Plurinacional no solo estaba deseoso de que el pueblo y los movimientos sociales le ‘exigieran’ reformar la Constitución para intentar prolongar su mandato, sino que estaba preparado para encarar esta nueva consulta y ganarla. Queda a la vista que todo lo que, antes de las elecciones de octubre del año pasado, dijo el primer mandatario respecto a que no habría ningún propósito de prórroga, era engañoso y premeditado. La reforma constitucional obedece, únicamente, a una decisión de su Gobierno.
La muestra del ferviente deseo de Evo Morales de permanecer en el poder durante la gestión 2020-2025 –faltando más de cuatro años para esa cita electoral– está en que el MAS ya tiene en marcha su maquinaria de campaña, con adeptos que regalan camisetas y llaveros en las calles, y con propaganda televisiva y radial, poco disimulada, que tiene como denominador común el Sí a la reelección. Pero, además, en actos oficiales, como la Cumbre Climática de Tiquipaya y en las entregas de obras que llevan a cabo el presidente y el vicepresidente, la convocatoria al voto por el Sí es un mandato.
Lo que no parece correcto –nada de lo anterior es correcto tampoco– es que el presidente reúna a todos los jefes de misión de Bolivia en el exterior para pedirles que entreguen un porcentaje de sus haberes para la campaña del Sí. Con el pretexto de evaluar las gestiones de los diplomáticos del Estado Plurinacional y con el anuncio de que ellos deberán defender en todo lugar la posición nacional en la Corte de La Haya, los 33 representantes han sido convocados a Bolivia. Ahora saben esos agentes diplomáticos que tienen que aportar con dinero porque no hacerlo sería visto como poco solidario con el ‘proceso de cambio’ y su cargo peligraría. Esto es válido para todos los funcionarios públicos en el país.
Justamente cuando se anuncia por enésima vez que se está trabajando discretamente en busca de un acercamiento con EEUU, el presidente les ha comunicado a los embajadores –no sabemos con base en qué información– que los estadounidenses apoyarían económicamente a quienes se oponen a la nueva reelección, es decir, a los partidarios del No. Incluir a EEUU en la campaña por la reforma de la Constitución es un arma que para el Gobierno puede darle beneficios electorales entre los incautos, pero, desde el punto de vista de la conveniencia nacional, es una forma más de alejar todo avenimiento con la primera potencia mundial
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