Cochabamba es el departamento que más sufre por esas 
anomalías  porque su principal proyecto de desarrollo, Misicuni, ha sido
 puesto en manos de una empresa china .
  
Hace
 algo más de un año, en el espacio subeditorial de esta página 
correspondiente al 20 de febrero de 2014, nos referíamos con sorpresa y 
preocupación a un tema cuya importancia ha ido creciendo durante los 
últimos meses. 
Hablábamos acerca de “la agilidad 
con que se suscriben millonarios contratos vía la adjudicación, tras 
invitación directa y a la creciente frecuencia con que las beneficiadas 
son empresas chinas”.
Sobre el primer aspecto del 
asunto, recordábamos que “ya nos hemos ocupado en estas páginas en más 
de una oportunidad a lo peligrosa que es esa manera de actuar elevada 
últimamente a la condición de política oficial del Estado, por las 
obvias dudas a las que da lugar en cuanto a las condiciones 
contractuales, precios y calidad de obras y servicios contratados”.
Y
 en cuanto al segundo aspecto, el relativo a la frecuencia con que son 
empresas de origen chino –estatales, privadas o mixtas– las que se 
benefician con esas adjudicaciones, decíamos que por ser un fenómeno 
novedoso en nuestro medio resultaba algo difícil de abordar. Y aunque 
reconocíamos que era prematuro emitir cualquier juicio de valor sobre la
 inusitada presencia china en las obras públicas de nuestro país y 
nuestra región, sosteníamos también que la falta de transparencia con 
que se realizaba la mayor parte de esas adjudicaciones no era una señal 
tranquilizadora, ni mucho menos.
Los meses 
transcurridos desde entonces no han hecho más que dar sólido fundamento a
 esos temores. En efecto, basta ver de cerca lo que está pasando en la 
mayor parte de las principales obras públicas en nuestro país –y muy 
especialmente en Cochabamba– para constatar que los resultados no son de
 los mejores.
En efecto, y tal como lo refleja con 
abundantes datos un reportaje sobre este tema publicado el pasado martes
 en nuestro suplemento económico “El Observador”, son muchas y muy 
frecuentes las noticias que salen a luz sobre irregularidades de diversa
 índole en las obras adjudicadas a empresas chinas. 
Entre
 las más recientes de las noticias a las que nos referimos se destacan 
las denuncias que pesan sobre Camce, Vicstar y Sinohydro por vulnerar la
 Ley de Higiene y Seguridad Ocupacional, malos tratos a los 
trabajadores, falta de alimentación y, la última constructora, por 
deficiente dotación de viviendas. En el caso de la segunda, hay 
observaciones a la calidad de las obras. Además, en febrero pasado el 
Gobierno rescindió contrato con la estatal china Railwail por incumplir 
plazos en la ferrovía Montero-Bulo Bulo.
Cochabamba 
es, en medio de todo ese panorama, el departamento que más directamente 
sufre las consecuencias de esas anomalías. Y  no sólo porque es uno de 
los que más concesiones ha hecho a empresas chinas, sino porque su 
principal proyecto de desarrollo, Misicuni, ha sido puesto en manos de 
Camce, una de las que se destaca por su falta de cumplimiento de normas 
laborales vigentes en el país y de los plazos que se le otorga para la 
realización de las obras que se adjudica.
Se trata, 
como los hechos lo demuestran, de un asunto que no puede ser tomado a la
 ligera. Y en lo que a Cochabamba corresponde, sólo cabe esperar que las
 nuevas autoridades le den la importancia que merece.
La ciudad de Cochabamba, su gente, sus calles y plazas. Sus ríos y montañas. Su historia y geografía, su futuro promisorio. Su siempre renovada imagen.
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jueves, 4 de junio de 2015
Misicuni de nuevo en el manoseo. llamó la atención "la agilidad en la firma de los contratos". que las contratistan fuesen chinas, dejaban una interrogante, no obstante LT puso en entredicho, con profética premonición, "que la falta de transparencia". las observaciones están que crecen de tono, todo indica que "algo no anda bien" otro fraude, otro engaño, otro embuste al pueblo de Cochabamba? se trata de "más cuentos chinos?"
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