Si hay algo que las nuevas autoridades deben recordar
permanentemente es que el voto de confianza que les dio la ciudadanía en
las urnas no fue incondicional
Con la
posesión de los gobernadores de los nueve departamentos, alcaldes de
339 municipios, y sus respectivas Asambleas Legislativas
Departamentales, Gobiernos y Juntas Municipales, se ha inaugurado ayer
una nueva etapa en la vida democrática de nuestro país.
Es
una fase que se inicia deslucida por las muchas irregularidades que se
produjeron durante todo el proceso electoral. Es que si bien es
incuestionable la solidez del apoyo obtenido por las candidaturas del
oficialismo en gran parte del país, no es menos evidente que en muchos
otros casos las victorias fueron obtenidas a través de una escandalosa
distorsión de la voluntad popular, lo que resta legitimidad a muchas de
las autoridades que acaban de asumir sus cargos.
En
el caso de Cochabamba, hay que destacar el hecho de que el flamante
gobierno departamental es uno de los que está libre de cualquier sombra
de duda sobre su legitimidad. A diferencia de lo ocurrido en otros
departamentos, la fórmula oficialista obtuvo su holgado triunfo en buena
lid, lo que le da la autoridad moral necesaria para actuar sin más
obligaciones que las que ha adquirido ante la ciudadanía.
En
el caso de la Alcaldía de Cochabamba podría decirse lo mismo si no
hubiera que recordar la manera inconstitucional, arbitraria e injusta
como fue eliminada de la carrera la candidata que tenía más
posibilidades de obtener el apoyo de la ciudadanía. Paradójicamente, fue
otra fuerza opositora y no la fórmula del MAS la más beneficiada con
esa artera maniobra lo que, así sea indirectamente, de alguna manera
resta méritos al que de otro modo hubiera sido un admirable triunfo
opositor.
Es importante tomar en cuenta ese detalle a
la hora de sentar las bases del nuevo gobierno municipal porque si hay
algo que las nuevas autoridades ediles deben recordar permanentemente es
que el voto de confianza que les dio la ciudadanía en las urnas no fue
incondicional ni mucho menos y no puede ser interpretado como una
licencia para actuar con prepotencia y desprecio hacia quienes no fueron
sus compañeros de ruta. Una buena dosis de humildad es muy aconsejable
para que quienes están estrenando una nueva gestión municipal sepan
reconocer los límites del poder del que eventualmente gozan.
Mucho
contribuiría a alimentar esa actitud una recordación de los errores
cometidos por líderes y agrupaciones políticas del pasado. No se debe
olvidar que la tentación de hacer del gobierno municipal una instancia
distribuidora de recompensas y favores a amigos y conmilitones fue uno
de los factores que más contribuyó a la deslegitimación de los líderes y
partidos en tiempos no muy lejanos.
Como en todo
inicio de gestión, es muy grande la expectativa con que se esperan los
primeros actos de las nuevas autoridades, pero mucho más en el caso de
las que no dan continuidad a la anterior sino que se constituyen en una
oportunidad de reconstrucción de un sistema político plural. Es el caso
de la Alcaldía de Cercado que desde el primer día, y en cada uno de sus
actos, tendrá que dar pruebas de un liderazgo capaz de pasar por encima
de las malas prácticas del pasado y ponerse a la altura de los nuevos
desafíos.
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