POR: MELISSA REVOLLO MREVOLLO@OPINION.COM.BO | 01/09/2014 | ED. IMP.
La presentación del libro en la casona Santiváñez, el 29 de agosto. BENJAMÍN JAMES
Los habitantes de la OTB Gerónimo de Osorio fueron los propios autores de los relatos que hacen a su barrio, en el Casco Viejo
Sus manos estaban listas para hojear el libro en el que de forma textual narraron la historia de su barrio desde su propia vivencia. Personajes, las delicias culinarias y sus elaboradores, y lo sagrado y lo profano fueron el marco para perpetuar alrededor de 40 relatos.
En medio de aplausos efusivos y muestras de cariño, entre ellos, entre sonrisas y reviviendo una tras otra las experiencias y anécdotas de quienes vivieron y viven en la Organización Territorial de Base (OTB) Gerónimo de Osorio se hizo la presentación del libro “Relatos de la Yarqhay Plazuela Osorio - Nos vemos en el K´ullku vida mía”.
La casona Santiváñez fue el escenario perfecto para la entrega. Con puntualidad y orden comenzaron el acto. Las personas mayores ocuparon las sillas dispuestas en el primer patio, los más jóvenes se sentaron en las gradas y otros se quedaron de pie en los pasillos coloniales.
El libro reúne alrededor de 40 narraciones que mantienen el modo de ver de cada autor. Los narradores son los mismos habitantes de la zona. Sus palabras permitieron plasmar tradiciones vallunas y los orígenes del crecimiento de la ciudad.
“Nos han recordado nuestra niñez”, expresó el vecino Luis Gamboa, autor de varias historias en el escrito. El tostado de ch´uspillo con queso seco y otras comidas, además de los juegos como la cebolla siki-siki mencionó en su intervención, mientras entre el público, hombres y mujeres asentían con la cabeza y conversaban entre ellos recordando los juegos de antaño y las travesuras de su juventud.
“¡Qué ya no cuente! Ya no vamos a leer el libro”, decía alguna de las vecinas.
El texto fue obsequiado a todos al concluir el evento, y la mayoría salió hojeando el papel que refleja su vida.
Entre la picardía y los recuerdos de la juventud de antaño
Mientras se realizaban los discursos pasaban en una retroproyectora fotos antiguas de la ciudad y de las familias de este barrio céntrico cochabambino. En los intermedios, el presidente de la OTB Gerónimo de Osorio, Hugo Pérez, recordó parte de las anécdotas descritas en la publicación y otras que no, y que se venían a la mente en esos momentos.
“Los mayores se deben acordar de La Juana, ¿no ve?”, expresó sacando sonrisas y otros gestos.
“Donde los viudos, divorciados, solteros iban a disfrutar de compañías”, acotó.
Entre risas, añadió que entre el año 2008 y 2009 todavía se opusieron a la clausura argumentando que era “un patrimonio” de la zona. Agregó que “La Juana” murió después y que el local ya no existe.
En el libro también hablan de los 24 k’oltis (sorbos) que entraban en una tutuma que, entre amigos, compartían cuando compraban las machu jarras con chicha, entre otros detalles.
La compiladora del texto Nona Martínez sostuvo que el objetivo es “hacer visible lo invisible” y agradeció la apertura y colaboración de los habitantes del lugar.
La otra compiladora Lourdes Saavedra dijo que es un libro polifónico, que tiene la voz de la gente.
Agregó su deseo de que en 20 años o más los vecinos de la zona continúen diciendo, como una especie de saludo, “nos vemos en el K’ullku vida mía”.
“Los mayores se deben acordar de La Juana, ¿no ve?”, expresó sacando sonrisas y otros gestos.
“Donde los viudos, divorciados, solteros iban a disfrutar de compañías”, acotó.
Entre risas, añadió que entre el año 2008 y 2009 todavía se opusieron a la clausura argumentando que era “un patrimonio” de la zona. Agregó que “La Juana” murió después y que el local ya no existe.
En el libro también hablan de los 24 k’oltis (sorbos) que entraban en una tutuma que, entre amigos, compartían cuando compraban las machu jarras con chicha, entre otros detalles.
La compiladora del texto Nona Martínez sostuvo que el objetivo es “hacer visible lo invisible” y agradeció la apertura y colaboración de los habitantes del lugar.
La otra compiladora Lourdes Saavedra dijo que es un libro polifónico, que tiene la voz de la gente.
Agregó su deseo de que en 20 años o más los vecinos de la zona continúen diciendo, como una especie de saludo, “nos vemos en el K’ullku vida mía”.
La publicación.
Los protagonistas recordaron su infancia, su familia y sus tradiciones
El nombre del libro es “Relatos de la Yarqhay Plazuela Osorio - Nos vemos en el K´ullku vida mía”.
La publicación fue un trabajo realizado entre la Alcaldía de Cochabamba, la Casa de la Cultura, Yerba Mala Cartonera, Martadero y la Organización Territorial de Base (OTB) Gerónimo de Osorio, que plasmaron infancias, familias y tradiciones.
El relato de la familia Gamboa le dio el título a la publicación, presentada la noche del viernes 29 de agosto en la Casona Santiváñez.
Luis Gamboa recuerda, en su relato, que en el barrio había zapaterías, chicherías, sillpancherías y el famoso mercadito llamado “La Yarqhay Plazuelita”.
Y en el K´ullku, un callejón que hasta hora mantiene su intraestructuras de antaño. Había una famosa sillpanchería que, a diferencia de las que habían en la zona y atendían hasta la una de la mañana, atendía a los comensales hasta las cinco de la mañana.
Estos aspectos habían impulsado al director de teatro Adolfo Mier Rivas para llevar a las tablas la obra “Nos vemos a las cinco en el K´ullku vida mía”.
Mientras, Elsa Vargas Barahona cuenta que el K´ullkito era conocido porque las parejas iban al lugar a enamorar en las noches, que era una zona segura en la que la delincuencia no existía.
Gladys Bernal dice que “era oculto y medio oscurito”, al referirse al mismo lugar. Aunque ella vive en la zona recién hace unos 25 años, pero conoce las historias . Acota que músicos y jugadores famosos iban a las chicherías, una era la de doña Margarita.
Recuerda, además, que un señor de nombre Casimiro ayudaba a la juventud, en el deporte, y que ella también se unía a ese grupo.
La publicación fue un trabajo realizado entre la Alcaldía de Cochabamba, la Casa de la Cultura, Yerba Mala Cartonera, Martadero y la Organización Territorial de Base (OTB) Gerónimo de Osorio, que plasmaron infancias, familias y tradiciones.
El relato de la familia Gamboa le dio el título a la publicación, presentada la noche del viernes 29 de agosto en la Casona Santiváñez.
Luis Gamboa recuerda, en su relato, que en el barrio había zapaterías, chicherías, sillpancherías y el famoso mercadito llamado “La Yarqhay Plazuelita”.
Y en el K´ullku, un callejón que hasta hora mantiene su intraestructuras de antaño. Había una famosa sillpanchería que, a diferencia de las que habían en la zona y atendían hasta la una de la mañana, atendía a los comensales hasta las cinco de la mañana.
Estos aspectos habían impulsado al director de teatro Adolfo Mier Rivas para llevar a las tablas la obra “Nos vemos a las cinco en el K´ullku vida mía”.
Mientras, Elsa Vargas Barahona cuenta que el K´ullkito era conocido porque las parejas iban al lugar a enamorar en las noches, que era una zona segura en la que la delincuencia no existía.
Gladys Bernal dice que “era oculto y medio oscurito”, al referirse al mismo lugar. Aunque ella vive en la zona recién hace unos 25 años, pero conoce las historias . Acota que músicos y jugadores famosos iban a las chicherías, una era la de doña Margarita.
Recuerda, además, que un señor de nombre Casimiro ayudaba a la juventud, en el deporte, y que ella también se unía a ese grupo.
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