Abominable violencia fratricida
Mauricio Aira
Es cierto la extrema violencia que está sacudiendo la estructura social de nuestra Patria y que se expresa en el asesinato de varios jóvenes tanto en Santa Cruz como en otras ciudades, no es patrimonio boliviano, estos crímenes se suceden en todas partes del mundo, por ejemplo en España o en Suecia donde la perversidad de las muertes ha cobrado gran actualidad y la pregunta es porqué tantos hechos de sangre que en general quedan en la impunidad.
Ningún adjetivo queda corto para calificar la perversidad de los crímenes que han conmovido a nuestra comunidad especialmente contra la vida de tres jóvenes que está provocando un debate que trata de precisar las causas primigenias que tienen que ver con la estructura de nuestra sociedad, los métodos de enseñanza e instrucción de las nuevas generaciones y la influencia que los medios, especialmente la televisión ejercen sobre la juventud.
No pocos de bien informados comunicadores, señalan con precisión la acción apologética del crimen y la drogadicción que inyectan ciertas "series teleteatrales" destinadas a destruir los valores morales, religiosos y hasta familiares haciendo añicos el armazón espiritual, que había sido siempre una fortaleza que resistió casi todos los cambios, de todas las épocas y que parecía indestructible ante semejante acoso de todos los días.
La Iglesia Católica a la que nos debemos la gran mayoría de los bolivianos nos ha pedido reflexionar no una, varias veces sobre el modelo de educación que estamos dando a nuestra descendencia. Que debemos acompañar sus actitudes, sus relaciones, los nuevos hábitos que van adquiriendo en compañía de otros adolescentes, y que nos mantengamos alerta ante las señales que lanzan en sus horas libres, en sus preocupaciones, en el uso del dinero que se da para su buen pasar.
Muchos padres creen que con haber inscrito a sus hijos en un centro particupar y mejor aún religioso es suficiente, que allí concluye su labor. Nada más engañoso porque el mal consejo, la sugerencia dañina están allí en los cines, en la TV, ahora se sabe en las sesiones del gimnasio, entre los mismos compañeros.. Qué es esto se dirá, entonces en quién podemos confiar? La respuesta en la más profunda, solidaria y abierta responsabilidad de padres y maestros y porqué no también en las normas de buena conducta de los medios, que dicho sea de paso, en otras latitudes son celosamente "controlados" por los entes de la sociedad, los padres, los educadores, la Iglesia, los empresarios, los trabajadores. En Escandinavia para decir algo, las normas de los medios, especialmente de la TV y la Radio están marcadas por un código de ética irrenunciable y práctico.
Oportuna la referencia al fenómeno de la migración. Padres de familia que emigran a España o Italia, a los EEUU y Argentina en buena de mejor fortuna, dejan a sus hijos al cuidado de los abuelos, o de los compadres, que no tienen la severidad deseada, y la abundancia de dinero de que disponen (comparada con las familias pobres del medio social) es la fórmula permisiible de todos los extremos. Bebida, francachelas, droga, sexo y el infaltable añadido de violencia. Esos medios, se lamentan que el valor "de familia" se esté perdiendo diluyendo frente al sindicato, a la comparsa, a "las bandas" de jóvenes con el ideal común de exhibir sus excesos ante toda la sociedad, sin verguenza ni pudor alguno.
Brota entonces como una consigna espontánea. Hagamos todos los esfuerzos para fortalecer la familia. Hagamos fuerza para una autocensura de los contenidos de la TV, de la Radio, de los medios y exijamos más de los educadores y de la autoridad. Hagamos de verdad todo lo posible para desterrar la violencia del diálogo cotidiano, de la conducta colectiva que se expresa por ejemplo en los linchamientos o golpizas que tanto se publicitan. Dejar de lado esas borracheras colectivas que no son ejemplo para los jóvenes de buena conducta, y los negocios ilícitos, el robo y la estafa en la que se ven reflejados nuestro adolescentes. "Si los adultos lo hacen, porqué no podemos los jóvenes". Busquemos en fin los mejores caminos para salir de este terrible atolladero en que nos encontramos.
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