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martes, 21 de diciembre de 2010

el caso Rózsa. la historia de un borrachín que alardeaba con matar

En Cuba llaman “daño antropológico” a las consecuencias sobre la vida humana que ha tenido el hecho de vivir más de 50 años en una dictadura, que se ha convertido en la gran vergüenza para América Latina. Capturados por el miedo, los cubanos, víctimas de la miseria, carentes de las más mínimas garantías y de los más elementales derechos humanos, han hecho dejación de libertad, parecen haber abandonado la lucha por la vida y el pueblo entero enfrenta una ausencia invencible de responsabilidad. Se trata del quebranto de la esencia de la persona humana, que destruye la capacidad para conocer libremente el mundo y usar sin temor la inteligencia, para razonar con criterios independientes, sin manipulaciones o restricciones totalitarias.


Cuba se ha convertido en una isla-cárcel, es una fábrica de presos. En Cuba son cada día menos libres y más miserables. Lamentablemente, Bolivia está siguiendo ese modelo. Ya tiene los procedimientos y también los siniestros personajes adecuados y disponibles para ejecutarlo. Se trata de un esquema donde todo está prohibido, o donde todo es obligatorio. Donde el régimen inventa la historia, se adueña de la libertad de la gente, persigue, maneja la justicia, acusa, juzga y condena.

El caso Rózsa es uno de los mejores ejemplos de lo que es capaz de hacer este régimen y que lo pone en la misma línea de los métodos que ha usado la dictadura castrista durante 50 años para adueñarse del poder y eliminar sistemáticamente a sus enemigos. Una gran patraña montada por los servicios de inteligencia del país, asistidos por elementos que conforman una estrategia internacional para la consolidación de gobiernos autócratas, cuyo origen está en La Habana.

Una investigación en manos de un operador carente de la más mínima dosis de escrúpulos, al servicio de una élite política hambrienta de poder y un proceso en que la aportación de pruebas y el respeto a las leyes es lo de menos, ya que de antemano se ha dictado ya una sentencia condenatoria.

Gracias al caso Rózsa, el régimen del MAS consiguió silenciar y amedrentar a toda una región, a su cúpula política, a su clase empresarial, a toda la institucionalidad y al pleno de la sociedad civil que se constituían en una amenaza para el hegemonismo oficialista, a través del mejor instrumento para la profundización de la democracia en el país: la autonomía. Después de ese triste y vergonzoso episodio del 16 de abril de 2009, toda esa gran causa se vino abajo y el miedo de apoderó de la gente; se han roto familias, se han destruido reputaciones y se ha corroído gran parte del espíritu combativo de esta Santa Cruz que siempre luchó preservar la libertad.

El objetivo claro del Gobierno es cercenar el espíritu del pueblo, condenarlo a la resignación y obligarlo a abandonar sus esperanzas. Y la prueba más clara de que, como en Cuba, muy pocos se sienten con la responsabilidad de seguir peleando por los valores democráticos y el estado de derecho, es que son escasas las voces y los hechos surgen a raíz del recrudecimiento de las acciones de persecución política que, de Santa Cruz y de los dirigentes cívicos, ha pasado también a otras regiones y otros ámbitos como el empresarial y el municipal. Falta mucho para que este modelo totalitario cumpla 50 años, pero sus avances en materia de daño a la libertad humana hacen pensar que no hará falta tanto tiempo para conseguir los mismos objetivos que se lograron en Cuba en medio siglo.Gracias al caso Rózsa, el MAS logró callar y amedrentar a toda una región, a su cúpula política, a su clase empresarial y a toda la institucionalidad. (Excelente nota editorial de El Día. Resúme un prolongado debate público)

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