Un bombazo en el parque El Arenal abrió los actos de ¿celebración? del Bicentenario de las luchas por la independencia en Santa Cruz. Mientras que los medios de comunicación tratan de relacionar este gran acontecimiento cívico e histórico con manifestaciones costumbristas, tratando de rescatar viejas tradiciones y recordarle a la gente el significado de palabras como “cheruje” o “popechi”, los cruceños debieran estar más preocupados por la imagen de “cotudos” que están mostrando ante el resto del país, que no sale del asombro por el vergonzoso cambio de actitud y la pérdida de liderazgo en los que ha caído esta región, que luce acomplejada y amedrentada por un régimen autoritario.
El alcalde Percy Fernández ha sido el único en alzar la voz sobre lo ocurrido en el parque El Arenal y cuestionar la ridícula explicación que han dado las autoridades sobre lo que a todas luces ha sido un atentado, cuyo fin ha sido recordarles a los cruceños que el Bicentenario no debe ser pretexto para levantar cabeza. La respuesta ha sido una misteriosa visita ministerial y la consiguiente demostración de fuerza de un personaje que ha recibido el pleno respaldo del presidente para reprimir, ordenar torturas y allanamientos y desplegar todo el poder del Estado Plurinacional, como sucedió en Caranavi en mayo y como puede ocurrir en cualquier parte del país.
En estas condiciones, a Santa Cruz no le queda más que añorar. Añorar el carretón, el mojón con cara, la sopa tapada, porque al parecer, a los líderes locales se les tiene prohibido recordar los viejos anhelos, las glorias pasadas, las luchas que pusieron a esta región a la vanguardia en la lucha por la democracia, la libertad y la autonomía. ¿Autonomía? ¿quién menciona hoy esa palabra? La han sacado del diccionario cruceño, como están por arrancarle el alma a la gente que nunca pensó en una capitulación tan deshonrosa, en una derrota tan canallesca.
Esta región y su gente no se merece esta humillación y debe, por lo menos, tener la oportunidad de reflexionar sobre el rumbo al que condujeron a Santa Cruz sus líderes y obviamente considerar si dan la talla para enfrentar el desafío de recuperar los anhelos y las genuinas aspiraciones colectivas.
Un bombazo nos ha dejado atónitos e inermes. ¿Pasará lo mismo cuando el régimen arremeta contra el aparato productivo cruceño, contra la propiedad privada y contra la forma de vida de este pueblo al que, fuera de toda visión bucólica, pretenden literalmente obligarla a retroceder a la era de la pala y el azadón? ¿O es que alguno de los que hoy se muestra complaciente y hospitalario con los representantes del régimen piensa que la espada de Damocles no le va a caer en la cabeza? La respuesta está muy clara con lo ocurrido recientemente con uno de los más ilustres empresarios bolivianos y tal vez uno de los primeros en asumir la actitud condescendiente con “el cambio”.
“Siempre Libres” es el lema del Bicentenario, pero nunca antes habían estado tan cuestionado ese estribillo del himno cruceño. Nunca antes había estado tan amenazada esta región. Como nunca, hay que hacer esfuerzos por cambiar, por recuperar y evitar a toda costa que unos aventureros le arrebaten el alma a esta tierra cuyo destino es tan grande como el país que lo alberga.
Nunca antes había estado tan amenazada la región. Que el Bicentenario sirva para retomar el rumbo y recuperar liderazgo.
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