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miércoles, 9 de diciembre de 2009

de nuevo entrará Cochabamba en emergencia. el tema no se resuelve:

El insoluble problema de Kàra-kàra
Mauricio Aira

Botadero de Kara KAra Basurero revalsando Basura Acumulada
Hace 10 años el cronista había sentenciado que Kára-kára no podría dejar de funcionar y que no sería posible su cierre sin optar por resoluciones heroicas.

El pronóstico se cumplió al pie de la letra, hoy vemos aterrados la acumulación de toneladas de basura por calles y plazas, justamente cuando el calor abruma, la pestilencia se deja sentir y se convierte en noticias “malos olores provocan vómitos” entre la población.

No tardarán en manifestarse los síntomas perniciosos que las infecciones de tanto virus suelto, por decirlo de alguna manera, afectarán primero a los niños y ancianos el segmento más sensible de la población cochabambina.

No deseamos caer en lugares comunes y repetir plañideros la queja colectiva contra las autoridades responsables de la presencia de aquellas miles de toneladas de basura, tomando en cuenta que diariamente se produce un total aproximado de 600 toneladas que en cuatro días suma nada menos que 2.400 toneladas dispersas en plazas, calles y avenidas ofreciendo un detestable espectáculo a los visitantes y una bomba de tiempo a los pobladores que es simplemente intolerable.

El objeto es reiterar, como lo hiciéramos en 1995, y subsiguientes años, cuando como fruto de un profundo estudio sobre “el manejo de los desechos sólidos domiciliarios” apuntamos a la solución global: la puesta en marcha de un proyecto de instalar una planta de incineración de la basura como la vía más práctica y moderna de convertir los desechos en energía eléctrica.

No se quiso prestar oídos a la observación valedera aún hoy en día de significar una pérdida de tiempo y de persistencia en el método de enterrar la basura cada vez mayor y para la que no hay espacio físico posible. Los vertederos como el de Kàra-kàra, no son una solución, son apenas un paliativo temporal porque la basura no desaparece, lo que efectivamente sucede con una planta de incineración, que resulta la solución global para transformar ese colosal volumen de desechos en gases que por el proceso tecnológico más moderno resulta siendo transformado en energía eléctrica que se adiciona a la red local para los usos tradicionales.

No abrumaremos al lector con la descripción minuciosa del procedimiento que se está utilizando en las más grandes capitales del mundo a partir de una combinación de tecnologías probadas con éxito tanto en Europa, como Estados Unidos y Asia, aunque ya ha sido superado por soluciones alternativas que se dan después de los reparos a la emisión de gases tóxicos perjudiciales a la salud y la agricultura, pero, como aún vale el adagio a grandes males, grandes remedios, para el caso concreto de Cochabamba, no queda otra salida que quemar la basura y convertirla en energía.


Cochabamba cuenta felizmente con un puñado de estudiosos que han venido trabajando desde hace años como Alberto de la Reza y su equipo de técnicos y que están de acuerdo con el cronista que enriqueció sus conocimientos a lo largo de varios años tanto en Suecia, como en las ciudades de México C.F. y Guadalajara donde se implementó una solución como la propuesta.

El tema es complejo porque se debe conjugar con el reciclaje, la recuperación de un porcentaje de contenidos que en general no arrojan ganancias, pero que pueden servir de materia prima para industrias del vidrio, del papel, de los metales, etc., cuyo rendimiento no alcanza ni de lejos para cubrir los costos que demandaría la planta que proponemos como idea primaria.

El tratamiento de los desechos sólidos no es rentable en una primera etapa, especialmente por los gastos de implementación por lo que tanto la Comuna como el Estado tendrían que aportar para su puesta en marcha.

Sin embargo ajustados que sean los procedimientos de recolección, transporte, y acopio en los silos de la planta construida especialmente de cemento y metal al estilo de un bunker moderno, el presupuesto de operación disminuye ostensiblemente y una mancomunidad de municipios en éste caso de Cercado, Sacaba, Quillacollo, podría justificar plenamente su financiamiento.
De acuerdo a nuestros interlocutores, la Alcaldía Municipal no dispone de un cálculo fehaciente acerca del costo real del ítem basura. Es decir nadie ha podido responder a la pregunta de cuántos kilos de basura evacúa cada ciudadano, ni de lo que le cuesta al Tesoro Municipal la limpieza y barrido de calles y plazas, el recojo de basura incluidos los escombros, la recogida diaria y su deposición en el basural que origina tantos conflictos y al que se atribuye la actual crisis que afea la ciudad, hermoseada con tantas obras de plazas y parques que son característica de nuestra Ciudad Jardín.

No es posible encontrar otro repositorio de los desechos, ninguna otra comuna, ningún cantón, ni poblado acepta tener en su jurisdicción un basural, salvo que cobre por ello buenos dividendos que encarecen el servicio, cuando se debería optar por la solución global, definitiva por el sistema propuesto. El triste espectáculo de una ciudad bombardeada, saturada de bolsas de basura, de canes vagabundos que merodean en el contorno, de una pestilencia insoportable tiene que concluir más pronto que tarde. Es una exigencia general.

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