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jueves, 28 de mayo de 2009

El "Supremo" en versión andina

 por Zoe, quién escribe en www.ernestojustiniano.org 

No es necesario que el “supremo” se tome la molestia de esperar hasta que en diciembre, elecciones dudosas mediante, pueda controlar los tres poderes del Estado, en los hechos su gobierno esta concluyendo el sistemático desmantelamiento del sistema judicial que se inició apenas asumió el mando de la nación entre fanfarrias y reminiscencias tiahuanacotas.

Los métodos que utiliza el presidente Evo Morales y su maquinaria montada en el parlamento nacional son sutiles en algunos casos y groseros en otros, pero en ningún momento pierde de vista su objetivo final: eliminar cualquier obstáculo que le impida constituirse en el poder omnímodo e incontrastable.

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Cayó la última gladiadora que defendía el Tribunal Constitucional. Silvia Salame cuando explicaba los motivos de su renuncia. (foto ANF)

Ya consiguió su más caro objetivo. Anuló a la Corte Suprema de Justicia  y ahora  hace desaparecer al Tribunal Constitucional y con él a una de las instituciones democráticas mas emblemáticas. Primero, con una serie de patrañas y argumentos inventados intentó procesar a los miembros de este organismo para luego forzarlos a renunciar.

Como paso final y en este caso con la complicidad de un único miembro del Consejo de la Judicatura que, además, hace rato coquetea abiertamente con el MAS, le quitó los recursos necesarios para su funcionamiento obligando a la renuncia de la última magistrada del Tribunal, quien se vio asfixiada y entendió que ya no tenía nada que hacer ahí y que el avasallamiento estaba consumado.

Se trata, sin duda, de un duro golpe contra la democracia; de una magnitud similar a que una columna de tanques al mando de un bronco uniformado hubiera asaltado el poder como sucedía en el pasado.

Las consecuencias ya son visibles, ciudadanos desprotegidos frente a un gobierno que no esta dispuesto a aceptar límites y menos el control constitucional que rige en cualquier país medianamente civilizado.

Como muestra tenemos al decreto 0138, que en los hechos esta trasladando la función judicial al ejecutivo. Que el terrorismo es un delito que debe ser combatido, ni duda cabe, pero hacerlo con métodos discrecionales y al margen de la normativa legal obedeciendo solo a la voluntad del eventual gobernante, es seguro que traerá males mayores al que se quiere combatir.

Sin Corte Suprema y sin Tribunal Constitucional y a simples decretazos, el gobierno se esta arrogando la potestad de disponer de vidas y haciendas; licencia para matar se llama eso. Podrá disponer quien debe ser juzgado, donde y en qué condiciones. Más aún podrá decidir quien no debe ser juzgado pero si encerrado hasta que lo disponga el supremo poder enquistado en el Palacio de Gobierno. No existe instancia alguna ante la cual un ciudadano pueda acudir cuando vea afectados sus derechos. Como están las cosas, las elecciones de diciembre serán una parodia para darle el tinte constitucional a un presidente y su régimen autoritario.

El escritor paraguayo Augusto Roa Bastos se inspiro en Gaspar Rodríguez de Francia para escribir su novela “Yo, El Supremo”, exquisita amalgama de hechos y situaciones en las que se muestra los extremos a los que puede llegar una persona cuando se cree predestinado por la providencia. Lamentablemente Roa Bastos falleció hace algunos años; en Evo hubiera tenido una fuente de inspiración para escribir una versión andina de su novela primigenia, aunque en este caso, nuestro personaje no tiene la visión de un forjador de nación, sino la de un intolerante e insaciable caudillo que reduce todo a la dimensión de sus ambiciones.


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