"El Milagro Boliviano"
Gonzalo J. S. Quiroga Soria, PhD. (*) en Correo del Sur
¿Quién confía en las cifras oficiales del "Gobierno de cambio"? Es probable que ni siquiera los voceros gubernativos que las publican… si es que las publican. Y es que en materia económica el dominio del embuste del MAS no tiene par. Cualquiera de las incontables intervenciones de Morales o García Linera termina convirtiéndose en un tributo al falseamiento de la realidad.
La crisis económica boliviana es muy particular. Se siente, pero no aparece en las estadísticas oficiales, en las cuales el desempleo y la inflación bajan. Tanto el ministerio de Economía y Finanzas como el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) informan periódicamente -muy sonrientes sus altos funcionarios- de la proeza de la "Revolución del cambio", pues mientras el mundo entero sufre los impactos de la crisis del capitalismo mundial -desempleo, quiebra de empresas, disminución del Producto Interno Bruto (PIB), falta de créditos y encogimiento de los sistemas financieros-, Bolivia es algo así como la "cornucopia" o "cuerno de la abundancia" del planeta; y Morales y sus ministros, los principales vendedores de esa imagen.
Ese "milagro boliviano" -distinto a los alemán y japonés de la posguerra; y al chino o al hindú, de hoy- tiene rasgos muy originales que no están en las computadoras oficiales, pero sí en el pellejo de ciudadanos y ciudadanas: "todo está más caro", se queja la gente; los dólares no fluyen; la escasez alimentos ya comienza otra vez a estar de la mano con la especulación y la usura; no se consiguen repuestos de vehículos automotores; suben los precios de las medicinas, No hay seguros de salud que puedan soportar las necesidades de hospitalización cirugía y maternidad; la mayoría de los hospitales públicos están en el suelo y el sistema ambulatorio muestra sus limitaciones e incompetencias; el empleo bien remunerado y con estabilidad y beneficios de seguridad social son escasos, mientras la iniciativa privada de empresarios e inversionistas es estigmatizada constantemente y asfixiada de mil maneras; la mayoría de los organismos públicos están en mora con sus proveedores de bienes y servicios, y se niegan a discutir la contratación colectiva con sus trabajadores, a quienes -de paso- desconocen derechos adquiridos y compromisos contractuales.
Este "milagro boliviano" tiene otras peculiaridades: la corrupción administrativa, el lavado de dinero, la extorsión, el juego ilegal (bingos y casinos, entre muchos otros) y el tráfico de drogas, entre otros delitos mafiosos concurrentes, mueven montañas de dinero al amparo de las autoridades (Poderes Ejecutivo, Judicial, Legislativo y Ciudadano), tanto por incompetencia como por complicidad, siendo que muchas veces los capos son altos funcionarios del Estado, incluyendo algunos ministros, militares y burócratas de empresas e institutos oficiales.
La crisis económica boliviana "no se ve" en las cifras oficiales, pero la siente el grueso de la población. Nada está bien, los sueldos y salarios de la gente honesta y trabajadora, cada día alcanzan para menos. Sólo los pocos ricos de siempre y los burócratas enriquecidos de la revolución viven a sus anchas, tienen billete y gastan a manos llenas mientras estamos presenciando una escalada que busca paralizar las capacidades de los ciudadanos y de las instituciones, restringiendo, de poco a poco la capacidad de pensar, de razonar, de disentir, de opinar. Los "masiosos" están en lo suyo pensando que sólo de sueños vive la Nación.
(*) Doctor en Ciencias Económicas y Empresariales.
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