lo que pida el pueblo así lo interpreta Dante Pino que suele tener una visión muy acertada de lo que está pasando. nos ilustra acerca del total desconocimiento de evo de lo que es el socialismo.
El Presidente Morales ha declarado que "Si el pueblo nos pide socialismo, vamos a profundizar en el socialismo" ¿Vivimos ya en un sistema socialista? Me pregunto si su excelencia entendió alguna vez lo que significa el socialismo, o si este concepto fue una manera de acoplarse al momento para tener una base conceptual desde la cual lanzar un movimiento sin cansancio ni meta establecida.
En todo caso parece que el Presidente “quiere ser socialista” que no es lo mismo que “ser socialista” y en ese andar desorientado ha asumido que la migración de contratos petroleros es hacer socialismo, como la confiscación de las acciones de ENTEL, o las acciones de los bolivianos en las empresas capitalizadas o la distribución de bonos de toda denominación y alcance. No parece caer en cuenta de que todo esto es populismo barato y desorden institucional.
Para alcanzar el socialismo hace falta tener claridad en las posiciones tácticas y absoluta objetividad en los fines estratégicos. ¿Es que ahora estamos en condiciones de profundizar lo que ni siquiera ha comenzado? ¿Y acaso la actual coyuntura nos ha colocado en el desarrollo de un conflicto expresado entre burguesía y proletariado, con su correlato económico–social de lucha entre el capitalismo y el socialismo?
Creo que el gobierno no alcanza a entender la centralidad de lo que ahora está en juego y esa ausencia de comprensión o error de lectura le hace creer que tiene una contradicción de fondo entre el capitalismo boliviano y el socialismo masista.
La coyuntura actual tiene como fondo del problema la democratización del Estado y este eje central converge a las fuerzas políticas, incluido el gobierno. Por eso no es posible conducir el proceso con una sola visión nacional. Hay una composición social heterogénea que coincide en defender y profundizar la democratización del Estado y de ello deviene la necesidad de establecer pactos y alianzas que hagan posible consolidar esta democratización.
El gobierno que desea expresarse como “movimiento hacia el socialismo” debería tener una línea táctica amplia, pero no irrestricta, de alianzas que alcancen la fuerza política suficiente como para institucionalizar el Estado en un marco democrático que elimine definitivamente la exclusión social y la desigual distribución del ingreso.
Cumplido este objetivo recién podríamos pensar en avanzar hacia el establecimiento de un socialismo que debería estar enmarcado en las corrientes modernas del pensamiento que lo hacen posible. Lejos de ello el empecinamiento masista de sentirse los “únicos” ha aislado al movimiento obrero y ha colocado al movimiento campesino en una situación de marginalidad en la toma de decisiones políticas.
No es suficiente observar que la derecha nacional no tiene un claro referente de aglutinación política capaz de enfrentarse al MAS en términos de convocatoria social, partir de este supuesto para pretender que lo realizado en estos dos años y medio ha logrado vencer y eliminar a la oposición es engañarse. Es suficiente observar la fuerza con la que esa oposición se ha apoderado de los procesos autonómicos y se ha atrincherado en ellos para debilitar al Gobierno, colocándolo en una situación de definir su mandato previo referéndum revocatorio. ¿Qué mayor prueba de su fortaleza y presencia nacional así cómo de la debilidad política del MAS?
Estamos en puertas de una consulta nacional que no definirá el eje central de la pelea por la democratización del Estado, menos por la resolución de la contradicción capitalismo–socialismo.
Decir que el resultado de esta consulta le da opción al Gobierno para “profundizar” el socialismo es haber perdido todo el control político sobre la coyuntura y mirarse el ombligo como el centro del universo. Es además engañar a los campesinos y obreros haciéndoles creer que ya están viviendo en el marco de un socialismo y que ahora hay que profundizarlo.
Mientras estos devaneos propios de una izquierda inocentemente trasnochada se suceden sin ninguna seriedad y responsabilidad socialista, la canasta familiar se reduce a un 25 por ciento de lo tenía hace dos años, las cuentas fiscales volverán a mostrar déficit en su saldo y la caída de la inversión nacional y extranjera, reducirá el nivel de desarrollo social en el campo y las ciudades.
La falta de lectura objetiva para definir lo que la actual coyuntura ha puesto en el escenario de la vida política, la ambición desmedida de grupos sin consistencia ideológica, el aislamiento de los sectores profesionales que podían prestar su concurso para hacer gestión económica y social, el negarse a reconocer los procesos autonómicos como avance substancial en la conformación del nuevo Estado Nacional y el empecinamiento de tratar de imponer la nueva constitución han concluido cerrando el ciclo masista, aislando al movimiento obrero y reduciendo a los sectores campesinos a la condición de grupos de choque social.
Nada distingue al MAS de las aventuras izquierdistas de otros tiempos, al contrario, se vuelve a demostrar la inconsistencia ideológica y el aventurerismo político de grupos que buscan en el Estado la manera de hacer fortunas en nombre del pueblo al que dicen defender.
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