Clarín de Bs. As., ha enviado un delegado a Bolivia para cubrir el referendo, quién escribe desde Cochabamba la crónica que sigue y que publica el gran rotativo argentino:
Todo huele a historia en esta ciudad colonial. Y no es para menos. Cochabamba siempre ha estado en el centro de la política boliviana más estridente. En el año 2000, fue en esta tierra donde estalló la llamada "guerra del agua", una auténtica pueblada contra tarifas leoninas de un pésimo servicio sanitario que forzó a una anulación del contrato con una multinacional. También entre los cerros cochabambinos el actual presidente Evo Morales inició su carrera sindical como líder de los cocaleros de la región del Chapare. Ahora, ante el referendo revocatorio de mandatos que divide al país, muchos enfocan su atención sobre lo que ocurrirá aquí con su prefecto (gobernador) Manfred Reyes Villa, a quien los sondeos vaticinan un aciago futuro.La ciudad es un monumento en sí misma. En sus adoquines resbalosos y asfalto desparejo reverberan rumores del pasado. Transitarla equivale a sentir el vértigo de los siglos y las revoluciones. En el corazón de la bella plaza principal de canteros prolijos y triangulares se yergue el emblema de ese inicio, una columna de estilo romano que evoca a los "héroes de Cochabamba" y al natalicio en 1571 de esta urbe abrazada por montañas de cumbres cenicientas.Desde sus nombres, muchas de sus calles muestran una generosa oferta de mariscales, patriotas y benefactores. Y allí mismo, leyendo esos carteles, uno comprueba qué entrañablemente cerca está Cochabamba de la historia íntima de la Argentina de Mayo.Lo mismo ocurre con sus gentes. Sencillos y de buenos modales, los cochabambinos saben de la importancia histórica de su capital y sus dependencias y se muestran conscientes de que, quizás aquí, se juegue parte del destino inmediato de Bolivia.La razón de todo este interés se entiende con facilidad. Reyes Villa es el único de los nueve prefectos bolivianos que, desde el inicio, se opuso al referendo. Al principio, había acordado con sus colegas que no aceptarían la propuesta de Morales de someter sus cargos a la consideración de sus conciudadanos. Pero luego se enteró del peor modo posible para un político -es decir, por los diarios- de que muchos de sus pares habían cambiado de opinión y aceptaban la consulta popular. El desaire descolocó a Reyes Villa, quien insistió con su postura afirmando que el referendo era ilegal y que no la cambiaría, aunque nada pudo hacer para que el comicio no fuera realizado en su territorio porque la consulta es una ley nacional.Pero el verdadero problema recién comienza allí. El prefecto aseguró que seguiría en su puesto aun si su mandato fuera revocado por las urnas. "Voy a seguir en mi cargo hasta 2009. Me ampara la ley en caso de que los resultados me sean desfavorables", dijo Reyes Villa, un ex alcalde local en cuatro períodos. Según los sondeos, este capitán retirado es uno de los mandatarios con mayores chances de ser rechazado por sus ciudadanos. Y nadie acierta a imaginar en qué complicada situación derivaría el futuro político local si el prefecto es deshauciado y el Estado federal, cumpliendo con la ley, decide removerlo.Hay quienes afirman que una resistencia del mandatario podría traer violencia. "Sabemos que hay grupos preparados para actuar y eso es un problema", comentó a Clarín Rafael Puente, delegado presidencial en Cochabamba.La afirmación no parece una exageración. Esta región ya le trajo su primer dolor de estómago a Morales en enero de 2007, cuando chocaron cocaleros y partidarios de Villa. Hubo tres muertos y 150 heridos además de un incendio en la puerta de la Prefectura. Aún perduran grandes manchas hollín sobre las paredes de cal descamada en la larga recova amarilla que resguarda al edificio.Sin embargo, la importancia estratégica de Cochabamba va más allá de esos episodios. Villa ganó en 2005 con el 47,6% de votos. Sondeos variantes le dan un ajustado triunfo en la ciudad y una derrota en el campo. Si pierde, eso pondrá un freno a la expansión de los prefectos opositores que disputan con el gobierno la imposición de autonomías que licúan el poder político y económico de La Paz. En cambio, si es ratificado, implicaría que Morales verá agrandado el número de gobernaciones que le son hostiles. Cualquier opción, sin dudas, presagia un futuro cargado de incógnitas.
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