El proceso de cambio, una cursi idea de propaganda política tomada por el masismo de los moldes mercantilistas, ha propinado tres duros reveses a los trabajadores en lo que va de la semana. El más reciente; la determinación del Gobierno de disponer de los dineros ahorrados por los trabajadores y jubilados en las AFP, hasta 150 millones de dólares para crear un Fondo Agropecuario.
La idea de prestar dinero de los trabajadores con intereses no es mala, ya que se trata de una operación financiera que podría fortalecer los fondos de pensiones. Lo perverso es la intención oculta, más visible para todos; el proselitismo. La intención, sin desparpajo, de vincular la creación de ese Fondo, igual que el Fondo de Desarrollo Indígena, a propósitos enteramente políticos. A ganar adeptos dentro el sector de la oligarquía cruceña, donde hay una fuerte debilidad y resistencia a la re-re-re-repostulación de Morales y compañía. El propósito es estrictamente proselitista y económicamente de alto riesgo.
Que recuerde, el sector agropecuario de Santa Cruz, la oligarquía ante todo, de por vida es beneficiaria del Estado de toda clase de facilidades. Hugo Banzer dilapidó las arcas del Estado de un periodo de corta bonanza, en créditos a los agropecuarios cruceños, hasta liquidar el Banco Agrícola de Bolivia.
Hacer campaña con dinero ajeno es de pervertidos, de arbitrarios y prepotentes, que no respetan la propiedad ni los intereses privados. Hay sobrada razón para las movilizaciones de trabajadores contra ese despropósito gubernamental.
El otro golpe, es aquel que el proceso de cambio ha propuesto ante el Tribunal Constitucional, de aplicar cartas de despido a los trabajadores, bajo el rótulo de preaviso. No hay duda que se trata de un mecanismo, curiosamente planteado por el Ministerio de Trabajo, para justificar el despido de obreros de sus fuentes laborales. Cualquiera sea la justificación o los méritos que se atribuye a esa intención, afecta la estabilidad laboral, alienta los despidos, con el ello la desocupación y el aumento de la población sin trabajo fijo.
El tercer golpe que enfrentan los trabajadores, es la tozudez del Gobierno de designar a un cuestionado ciudadano en funciones jerárquicas de mando y administración del sistema de seguro de salud. Otra arbitrariedad, ya que la Caja de Salud, es también una entidad que funciona con los aportes de los trabajadores y en la que sus tuisciones son antes que las del Gobierno.
Así marcha el proceso de cambio, mal entendido, desdibujado que no permite las estrategias de una verdadera transformación de los procesos sociales, laborales, de las personas, ante todo para reorientar el logro de sus objetivos, que son mínimos como el derecho a la vida con dignidad, libre de prepotentes actitudes, de colonialismos internos.
Un proceso de cambio ocurre de forma muy eficiente si todos están comprometidos con él. En tanto, para que las personas se comprometan, ellas no pueden ser atropelladas por el proceso, como si fueran algo lejano del mismo, porque no son. El cambio ocurre a través de las personas. Y, para que se considere a las personas como parte del proceso de cambio es necesario conocer sus valores, sus derechos, sus comportamientos, su libertad.
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