Minifundio masista


Álvaro Riveros Tejada



Mientras la estructura del “instrumento” gobernante hace aguas, por falta de agua, y son cada vez más frecuentes las señales de su resquebrajamiento, éste se empeña denodada y vanamente en inventar sonajas que distraigan al pueblo de las falencias que están acelerando su desgaste, como: el Fondo de Desarrollo Indígena, el accidente de LaMia, el caso Zapata, etc. y las trata de encubrir con una eventual reelección presidencial a realizarse dentro de tres años, o con la empalagosa carrera del Dakar, que ya tiene los mismos efectos hipnóticos que la rueda de un hámster.

Es así que uno de sus más sólidos puntales, otrora llamado el sector cocalero, aparece en el escenario político con el sofisticado denominativo de Federación Sindical de Comunidades Interculturales Originarias de Bolivia, demandando al Jefazo, mediante un inusual acto de rebeldía, que respete la candidatura del ex senador y el menos cultural de sus integrantes, Fidel Surco, so pena de retirarle el apoyo a su remota y pertinaz reelección.

La respuesta desde la matriz del instrumento no se dejó esperar y, con la misma solemnidad del acto, el viceministro de Coordinación con Movimientos Sociales desahució la elección del cerril dirigente “por razones de rotación y paridad de género”, quizás en honor a la esposa de este truchimán, a quien estilaba enviarle cartas de amor explosivo.
Es más, como un complemento al sainete, la representante femenina de ese apéndice intercultural de la incultura, Loyda Tintaya, enmienda la plana al mencionado viceministro advirtiéndole, que no van a permitir que ministros y/o viceministros impongan su criterio a las organizaciones de la federación y confederación, y lo conmina a respetar la elección de ese organismo. De esta manera, Surco debería ocupar este próximo 12 de enero la vicepresidencia del MAS y habilitar en consecuencia su futura candidatura a la presidencia de Bolivia, lo que en términos interculturales resultaría más peor.
No olvidemos que el héroe de esta trama es el mismo Surco, que un 1° de abril de 2009, en vehículos lujosos y guardaespaldas armados, cercó la ciudad de Santa Cruz exigiendo la aprobación de la Ley de Transición Electoral, y también el mismo que, poniéndonos al borde de una guerra civil, pretendió perfilarse ante los bolivianos como el sucesor de Evo Morales Ayma, mediante la trillada fórmula del indigenismo postergado. ¡Como si a un toro se lo pudiese capar dos veces!

Ahora es él el que promueve nuevamente este método de “democracia a la boliviana” que si bien puede resultar efectivo para su campaña, no deja de recordarnos el terrible fracaso de la Reforma Agraria al terminar con los latifundios y convertirlos en parcelas familiares que, en el transcurrir del tiempo sólo quedaron convertidos en un solo surco, algo similar a lo que podría ocurrir en el propio partido oficialista, al quedarse como un minifundio masista.