Iglesia pide salvar la “casa común”
Un imponente coro de voces sopranas y el intenso olor a incienso fueron el preludio para la misa central de la festividad de Urkupiña, donde miles de feligreses se hicieron presentes mostrando su devoción a la Virgen en el templo San Ildefonso de Quillacollo. Amplios arcos de flores blancas decoraron el altar que se distinguió por su belleza ostentosa. La imagen de la Virgen lució un traje y manto blanco que cautivó la mirada de los feligreses recién llegados.
El arzobispo Óscar Aparicio dio la bienvenida a los peregrinos, agradeciendo su fe en la “mamita”. Llamó a ver la festividad como un momento de reflexión personal y familiar para afianzar los valores. Los devotos saludaron a la virgen con pañuelos blancos depositando su fe.
“La Virgen María nos enseña a que defender la vida es defender a los humildes, a los marginados de la sociedad, a defender la vida en sus múltiples dimensiones: lengua, cultura y origen, que al mismo tiempo, es una invitación imperativa a cuidar el medio ambiente”, destacó.
También recordó el mensaje dado el 6 de agosto: “Como pueblo de Dios estamos aquí para renovar la vocación de servicio buscando el bien de todos, cuidando la vida pese a ideologías que afectan a la familia y sociedad, cuidando nuestra casa común, parques y medio ambiente”. Luego, pidió cuidar el modelo de la Sagrada Familia: papá, mamá e hijos.
Los peregrinos escucharon la misa que finalizó con el abrazo y apretón de manos, deseándose paz unos a otros. En este momento, se vio como cientos de fieles intercambiaban buenos deseos y compartían su devoción sin prejuicios.
La festividad de Urkupiña cuenta por sí sola las historias de feligreses que depositaron esperanza en María para superar ciertas dificultades y obstáculos en sus vidas. Para agradecer el cumplimiento de sus deseos, viajaron varias horas. Olga Guzmán viajó junto a su esposo casi tres días desde Buenos Aires, Argentina, para reencontrarse con la Virgen de Urkupiña. Su devoción nació hace cuatro años, cuando su prima de Jujuy le mostró los deseos que María le había cumplido. “Mi marido estaba muy enfermo y le operaron del esófago, ella (una imagen pequeña de la Virgen que sostiene en brazos) estaba en el quirófano durante toda la operación y de ahí le fue muy bien a él y ahora viene conmigo”, relató Olga.
Gabriel Medrano llegó de Tarija hace unos días, lleva 14 años viviendo la festividad de Urkupiña. Recuerda que cuando tenía siete años tenía problemas de memoria, así que su madre pidió a la Virgen por su mejora, después, su memoria se restableció. Ahora él es muy devoto de la Virgen.
SALTA, MUY DEVOTA
Entre las delegaciones más numerosas del exterior que llegaron para vivir la festividad de Urkupiña motivados por su devoción, destacó el grupo visitante de Salta, Argentina, que por muchos años muestra su fe inquebrantable. Graciela Lizarazu, de Salta, viajó más de 20 horas para asistir a la festividad. “Hace ocho años que empecé a venir, pedí por tener un trabajo estable y la Virgen lo cumplió”, dijo la devota. En 2014, la Virgen de Urkupiña visitó Salta a pedido de un grupo de salteños que se presentaron personalmente en Cochabamba. El arzobispo accedió a la petición, debido a la existencia de numerosos devotos en Salta que no logran viajar hasta Quillacollo.
El arzobispo Óscar Aparicio dio la bienvenida a los peregrinos, agradeciendo su fe en la “mamita”. Llamó a ver la festividad como un momento de reflexión personal y familiar para afianzar los valores. Los devotos saludaron a la virgen con pañuelos blancos depositando su fe.
“La Virgen María nos enseña a que defender la vida es defender a los humildes, a los marginados de la sociedad, a defender la vida en sus múltiples dimensiones: lengua, cultura y origen, que al mismo tiempo, es una invitación imperativa a cuidar el medio ambiente”, destacó.
También recordó el mensaje dado el 6 de agosto: “Como pueblo de Dios estamos aquí para renovar la vocación de servicio buscando el bien de todos, cuidando la vida pese a ideologías que afectan a la familia y sociedad, cuidando nuestra casa común, parques y medio ambiente”. Luego, pidió cuidar el modelo de la Sagrada Familia: papá, mamá e hijos.
Los peregrinos escucharon la misa que finalizó con el abrazo y apretón de manos, deseándose paz unos a otros. En este momento, se vio como cientos de fieles intercambiaban buenos deseos y compartían su devoción sin prejuicios.
La festividad de Urkupiña cuenta por sí sola las historias de feligreses que depositaron esperanza en María para superar ciertas dificultades y obstáculos en sus vidas. Para agradecer el cumplimiento de sus deseos, viajaron varias horas. Olga Guzmán viajó junto a su esposo casi tres días desde Buenos Aires, Argentina, para reencontrarse con la Virgen de Urkupiña. Su devoción nació hace cuatro años, cuando su prima de Jujuy le mostró los deseos que María le había cumplido. “Mi marido estaba muy enfermo y le operaron del esófago, ella (una imagen pequeña de la Virgen que sostiene en brazos) estaba en el quirófano durante toda la operación y de ahí le fue muy bien a él y ahora viene conmigo”, relató Olga.
Gabriel Medrano llegó de Tarija hace unos días, lleva 14 años viviendo la festividad de Urkupiña. Recuerda que cuando tenía siete años tenía problemas de memoria, así que su madre pidió a la Virgen por su mejora, después, su memoria se restableció. Ahora él es muy devoto de la Virgen.
SALTA, MUY DEVOTA
Entre las delegaciones más numerosas del exterior que llegaron para vivir la festividad de Urkupiña motivados por su devoción, destacó el grupo visitante de Salta, Argentina, que por muchos años muestra su fe inquebrantable. Graciela Lizarazu, de Salta, viajó más de 20 horas para asistir a la festividad. “Hace ocho años que empecé a venir, pedí por tener un trabajo estable y la Virgen lo cumplió”, dijo la devota. En 2014, la Virgen de Urkupiña visitó Salta a pedido de un grupo de salteños que se presentaron personalmente en Cochabamba. El arzobispo accedió a la petición, debido a la existencia de numerosos devotos en Salta que no logran viajar hasta Quillacollo.
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