Penoso final
Manfredo Kempff Suárez
Cuando parece acercarse el fin del interminable “juicio del siglo” a propósito de una supuesta acción separatista y terrorista, en el que fueron acusadas algunas importantes personalidades – muchos jóvenes entre ellos -, vamos a llegar a la conclusión de que, luego de ocho años, no se probó ni el separatismo ni el terrorismo, y que lo único claro, palpable, probado, fue el asesinato en el Hotel Las Américas, mientras dormían, de tres personas, presuntamente contratadas para acabar con la vida de S.E., derribar el régimen del MAS, y separar al oriente boliviano del resto del país.
Ha sido toda una tramoya montada desde el Gobierno, sobre la que nos hemos referido muchas veces, y que es una acabada prueba de intriga, crueldad, y ánimo destructivo, con que las actuales autoridades nacionales decidieron imponer su poder en Santa Cruz. A falta de apoyo en el oriente, los masistas se inventaron un golpe de estado en septiembre del 2008 en la capital cruceña y otro golpe en Pando con varias muertes provocadas por marchistas del MAS, que le significó prisión hasta el día de hoy a Leopoldo Fernández.
Meses después cuajaron la espeluznante historia de los mercenarios balcánicos y un irlandés, a tres de los cuales mataron a tiros y al resto liberaron previo “juicio abreviado”, cuando, para obtener su libertad, tuvieron que inculparse. Sólo unos cuántos nacionales con decisión de llegar a la verdad se niegan hasta hoy a reconocerse culpables y continúan encarcelados, ya sea en celdas policiales o en sus domicilios.
Esto es algo que no puede quedar impune y que alguien deberá pagar. Y van a pagarlo los inspiradores políticos por supuesto, y sus obedientes lacayos que oficiaron de fiscales y jueces, sujetos desvalidos de ánimo y volcados al chantaje y la extorsión, que se pasearon – y se pasean – rampantes por la ciudad porque todavía se sienten protegidos por el régimen.
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