Hacia el desastre total
Es indicativo del aislamiento de la cúpula gobernante no haber obtenido un aval de la Celac. Es de esperar que la región logre evitar que en Venezuela se consolide una dictadura.
La cúpula militar-familiar que gobierna Venezuela está decidida a prorrogarse sine die en el poder, y de nada vale que la gran mayoría de la población venezolana exprese día a día su rechazo, esté dispuesta a inmolarse para encontrar una salida democrática a su crisis ni que parte importante de la comunidad internacional reclame a ese gobierno actuar con sensatez.
Sin embargo, y pese a que es muy difícil encontrar explicaciones a cómo aún esa cúpula, corroída por la corrupción e incapacidad, se mantiene en el poder, es evidente su deterioro y las medidas que adopta son cada vez más autoritarias y bochornosas.
La última ha sido la de emitir un decreto supremo para convocar a una Asamblea Constituyente rompiendo el principio del voto popular para reemplazarlo por la elección de representantes de corporaciones. Es decir, una mala copia del modelo fascista de gobierno para luchar “contra el fascismo” como dijo su Presidente.
Al margen, dicha propuesta contradice los argumentos con los que los voceros del régimen han rechazado la demanda ciudadana de convocar, primero, a un referendo revocatorio (demanda que hoy se ha transformado en convocatoria elecciones generales en forma directa).
Es más, como ha recordado la Conferencia Episcopal Venezolana, hay cuatro condiciones para que pueda instalarse un proceso de diálogo creíble: la excarcelación de los presos políticos, elecciones, devolver sus competencias a la Asamblea Nacional y permitir ayuda sanitaria internacional.
Se trata de demandas coherentes con la voluntad de evitar más enfrentamientos internos y, de esa manera, que se desate una generalizada violencia fratricida. Hasta ahora, el régimen ha hecho burla de los avances de los diálogos promovidos por algunos expresidentes con el apoyo del Vaticano, y con su decisión de convocar a una Constituyente y de la manera en que lo está haciendo, hace temer que la cúpula gobernante ha decidido ir por el camino de la confrontación armada. Razón por la que ahora se clama, además, porque el gobierno cese la brutal represión ejercida a través de sus organismos de seguridad y bandas paramilitares en contra de las marchas de la oposición y de estudiantes.
Ante ese recrudecimiento de la violencia, los Gobiernos de Argentina, Brasil, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, México y Panamá extreman esfuerzos para presionar al régimen de Nicolás Maduro a que instale una mesa de diálogo con la oposición, sobre la base de los cuatro temas mencionados, para encontrar una salida democrática a la crisis, sabiendo que el tiempo trabaja en favor de la confrontación.
Además, es indicativo del aislamiento de la cúpula gobernante no haber obtenido un aval de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), y es posible –aunque en el desvarío ideológico en que se encuentran muchos gobiernos y organizaciones que se reclaman de la izquierda todo es posible—que la propuesta de Constitución, de característica claramente fascista, también resienta a algunos de sus aliados identificados con el socialismo del Siglo XXI.
En todo caso, la región, con el apoyo de los países democráticos del mundo, debe evitar que en Venezuela se consolide una dictadura.
La cúpula militar-familiar que gobierna Venezuela está decidida a prorrogarse sine die en el poder, y de nada vale que la gran mayoría de la población venezolana exprese día a día su rechazo, esté dispuesta a inmolarse para encontrar una salida democrática a su crisis ni que parte importante de la comunidad internacional reclame a ese gobierno actuar con sensatez.
Sin embargo, y pese a que es muy difícil encontrar explicaciones a cómo aún esa cúpula, corroída por la corrupción e incapacidad, se mantiene en el poder, es evidente su deterioro y las medidas que adopta son cada vez más autoritarias y bochornosas.
La última ha sido la de emitir un decreto supremo para convocar a una Asamblea Constituyente rompiendo el principio del voto popular para reemplazarlo por la elección de representantes de corporaciones. Es decir, una mala copia del modelo fascista de gobierno para luchar “contra el fascismo” como dijo su Presidente.
Al margen, dicha propuesta contradice los argumentos con los que los voceros del régimen han rechazado la demanda ciudadana de convocar, primero, a un referendo revocatorio (demanda que hoy se ha transformado en convocatoria elecciones generales en forma directa).
Es más, como ha recordado la Conferencia Episcopal Venezolana, hay cuatro condiciones para que pueda instalarse un proceso de diálogo creíble: la excarcelación de los presos políticos, elecciones, devolver sus competencias a la Asamblea Nacional y permitir ayuda sanitaria internacional.
Se trata de demandas coherentes con la voluntad de evitar más enfrentamientos internos y, de esa manera, que se desate una generalizada violencia fratricida. Hasta ahora, el régimen ha hecho burla de los avances de los diálogos promovidos por algunos expresidentes con el apoyo del Vaticano, y con su decisión de convocar a una Constituyente y de la manera en que lo está haciendo, hace temer que la cúpula gobernante ha decidido ir por el camino de la confrontación armada. Razón por la que ahora se clama, además, porque el gobierno cese la brutal represión ejercida a través de sus organismos de seguridad y bandas paramilitares en contra de las marchas de la oposición y de estudiantes.
Ante ese recrudecimiento de la violencia, los Gobiernos de Argentina, Brasil, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, México y Panamá extreman esfuerzos para presionar al régimen de Nicolás Maduro a que instale una mesa de diálogo con la oposición, sobre la base de los cuatro temas mencionados, para encontrar una salida democrática a la crisis, sabiendo que el tiempo trabaja en favor de la confrontación.
Además, es indicativo del aislamiento de la cúpula gobernante no haber obtenido un aval de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), y es posible –aunque en el desvarío ideológico en que se encuentran muchos gobiernos y organizaciones que se reclaman de la izquierda todo es posible—que la propuesta de Constitución, de característica claramente fascista, también resienta a algunos de sus aliados identificados con el socialismo del Siglo XXI.
En todo caso, la región, con el apoyo de los países democráticos del mundo, debe evitar que en Venezuela se consolide una dictadura.
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