Conforme avanza el juicio en contra de la ex enamorada del Primer Mandatario con la que Conforme avanza el juicio en contra de la ex enamorada del Primer Mandatario con la que presumiblemente tuvo un hijo, se devela algo que en varias oportunidades hemos comentado en Los Tiempos: el tema de fondo del caso no es el hijo en cuestión sino el presunto tráfico de influencias realizado por la ex pareja presidencial.
La mayoría de las declaraciones que se han vertido en el proceso parece a probar esa denuncia. Sin embargo, y pese a que la propia enjuiciada ha pedido, el Ministerio Público se resiste a enjuiciarla por tráfico de influencias ni, en consecuencia, a investigar la existencia o no del delito. Esta actitud, obviamente, provoca más susceptibilidad en la ciudadanía, sentimiento que, a su vez, deslegitima la imagen gubernamental, efecto que al parecer tampoco comprenden los áulicos del momento.
Sólo así se puede comprender los esfuerzos que ministros, legisladores del oficialismo e incluso los primeros mandatarios han realizado para que las informaciones desde que surgió la denuncia, hace más de un año, se concentren en la existencia o no del presunto hijo de la pareja, pues así se distraía el interés en el meollo del tema: si la acusada amasó una al parecer importante fortuna personal utilizando su relación con el Primer Mandatario y dignatarios de Estado, y si utilizó uno de los despachos del Ministerio de la Presidencia para realizar esa labor.
En circunstancias en que parecería que en algunos sectores del gobierno se ha aquilatado en su real dimensión los efectos perniciosos de la corrupción para la reproducción en el poder, estos deberían presionar para que este caso se aclare en forma transparente. De lo contrario, se convertirá en una espada de Damocles más.en forma transparente. De lo contrario, se convertirá en una espada de Damocles más.
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