y sin posibilidades de revertir el mal momento, don Evo se inventó unas diligencias en Europa que no necesitaban, para nada, su presencia: la primera, el viaje a La Haya para “coordinar la réplica” a Chile en el Tribunal Internacional, la que será terminada y entregada el mes entrante (además, por supuesto de que él de eso sabe nada) y, la segunda, para conversar con la FAO para que ese organismo “tramite una solicitud” de financiación al Fondo Verde para combatir los efectos del cambio climático en el país. En realidad el mandatario no necesitaba ir para tal cosa, pero, lo cierto es que don Evo está atosigado porque nada parece salirle bien últimamente.
Veamos: la inauguración de su “depósito de bienes obsequiados”, llamado Museo de la nosecuanto, generó burlas por un lado y críticas por el otro; la verdad es que suena hasta grosero ir a pedir aportes de dinero para luchar contra la pobreza o la sequía después de semejante gasto insulso (¡siete millones de dólares!). Además, en la semana se dio la rebelión de los cocaleros de Yungas a la decisión de aumentar sembradíos de coca en Chapare (que justifiquen su destino, dicen los de Yungas), la rebelión del sector salud que finalmente dobló el brazo del Gobierno y la sensación de desconfianza que sigue creciendo cada vez que se les ocurre hablar de una nueva candidatura.
Son “incomodidades” a las que el Presidente ya debería estar acostumbrado dado que son casi cotidianas. Pero lo afectan como el primer día porque no está acostumbrado a que le digan “no”.
Además de ello, en su ausencia, se lució García Linera descargando culpas en los sectores del propio MAS para hablar de “la locura” que significó el referendo del 21F, la peor derrota del Gobierno hasta ahora porque ratificó el texto Constitucional que “jubila al Presidente” en el cargo desde enero de 2020.
Sobre esto último, les salió mal el “documental del Cártel”. Ahora apuestan a la Sra. Zapata para que los salve en el canal paragubernamental ATB y, aunque todavía logran que se debata el “amorío y sus consecuencias”, les resulta cada vez más difícil alejar la imagen de un Gobierno y un Presidente corrupto.
Ya la gente no se traga la idea de que Evo no sabía nada, que Evo en eso no se mete; la gente cree nomás que hubo corrupción y tráfico de influencias y seguramente ese será el centro del debate en el futuro cercano: se hará imprescindible e inevitable (para el Poder) hablar de la corrupción que se ha llevado miles de millones de bolivianos desde el caso Catler, los camiones de Quintana, las barcazas, la planta de Bulo Bulo, el tren que no encuentra solución, la falta de agua en La Paz, los aeropuertos mal construidos, el TAM, el tráfico de influencias en el caso LaMia, sus amigos en la DGAC y… siguen.
Es mucho… ¿¡Cómo no va a estar agobiado y buscando viajes!?
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