¿Salud? Al comenzar este año, eran 300 los niños que figuraban en la lista de espera para cirugías del Hospital del Niño del complejo Viedma, dependiente de la Gobernación de Cochabamba. Los nuevos quirófanos debieron instalarse, pero la obra de ampliación fue paralizada en 2010 por daños estructurales y de diseño irreparables. Por el hacinamiento “se atiende hasta en el suelo”. En marzo de 2015, el Hospital del Norte, de El Alto, se reinauguró para funcionar a media máquina después de 37 meses de su primera inauguración, sin ítems médicos suficientes y sin seis de sus quirófanos ya equipados por presentar fallas de construcción.
¿Aeropuertos internacionales? Los aeropuertos internacionales de Chimoré, Oruro y Alcantarí, en Chuquisaca, son conocidos por su baja calidad, su sobredimensionamiento y la sospecha de gran corrupción. El de Chimoré costó $us 36 millones y el de Oruro, $us 22 millones; el primero parece una casa nueva llena de polvo y abandonada, y el segundo no tiene pasajeros. El flamante aeropuerto de Alcantarí, en Chuquisaca ($us 50 millones), entró en operaciones comerciales en mayo de 2016, pero hace pocos meses su techo no resistió la primera tormenta y granizada. La precariedad de estas obras parece inversamente proporcional a los abultados sobreprecios que condicionan su adjudicación, desembolsos y proceso de construcción. Lo de ‘internacional’ es autoengaño. ¡Ojo!, de esta cadena de irresponsabilidad no se libran los movimientos cívicos que presionan “hasta las últimas consecuencias” para materializar estas monumentales y demagógicas inversiones.
¿Industrialización exitosa? Con argumentos técnicos razonables, varios expertos vaticinan que la planta de urea de Bulo Bulo, ($us 900 millones) podría convertirse en el más memorable elefante blanco del evismo. La respuesta oficial no es confiable, el espejismo de la propaganda es millonario. Aún no cuenta con mercados ni dispondrá de la infraestructura de transporte imprescindible para su producción exportable. Similar situación que el ingenio San Buenaventura y Misicuni, cuyas inversiones complementarias no fueron oportunamente programadas.
Por estos y muchos más casos (Fondo Indígena y el programa Evo cumple), me sumo al pedido que el presidente hiciera a periodistas: “¡No más preguntas sobre la ‘repostulación’!”. Pregunten e investiguen sobre las obras que atiborran la estantería de escándalos, improvisación y despilfarro institucionalizados. Ante el anuncio de echar mano del ahorro de los bolivianos y jubilados, hacerlo es un deber ineludible. Después de 11 años, suena vacía la promesa de que “lo mejor del proceso de cambio está por venir”. Evo debiera saber que “obras son amores, pero también fuente de desamores”
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