La actividad política en democracia tiene como característica fundamental la libertad, o sea la “facultad natural del ser humano de obrar de una manera o de otra o de no obrar” teniendo como marco el del estado de derecho, el respeto de la ley. La democracia se ejerce en un sistema de libre organización en agrupaciones o partidos en función de concepciones ideológicas, de propuestas frente a la realidad, de proyectos, de coyunturas e incluso de liderazgos. El disenso y la contraposición características de una sociedad libre dan lugar a la dinámica democrática e incluso a la disputa, que articuladas en el marco de la institucionalidad constituyen el proceso político que configuran el gobierno y la oposición. La oposición en democracia es tal solo si tiene la posibilidad de acceder al poder por los mecanismos institucionales. Un tiempo límite de ejercicio del poder, la alternancia y renovación de los gobernantes son parte vital del sistema.
El informe Almagro que activó la Carta Democrática Interamericana, demuestra que en Venezuela no hay democracia porque en el gobierno de Nicolás Maduro se violan los derechos humanos, existen presos y perseguidos políticos, no existe estado de derecho, no hay división e independencia de los órganos del poder público, hay arbitrariedad no legalidad. El gobierno venezolano ha demostrado que manipula descaradamente el sistema electoral, que digita la justicia, que controla y reprime a la prensa, que defiende la impunidad y encubre la corrupción, que se burla de la miseria a la que la llevado a su pueblo, que desconoce las facultades de la Asamblea Nacional, viola su propia constitución.
Las cinco dictaduras de América Latina han cerrado filas. Tratan de presentar su fracasado modelo, corrupción e ineptitud como un ataque del imperialismo y de la derecha. Saben que están en una crisis terminal, pero han decidido alargar el sufrimiento y la agonía de sus pueblos con el sistema castrista de permanencia en el poder. Las técnicas castristas de amedrentamiento, persecución, violencia, mentiras permanentes, mostrarse como víctimas, institucionalizar el miedo, corromper, espiar, dividir, intrigar, extorsionar, traficar, controlar y distorsionar la información, encarcelar, destrozar la oposición, acusar falsamente, asesinar las reputaciones, hacer fraude y cometer cualquier crinen, están todas en ejecución en Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua.
Los dictadores saben que su única amenaza efectiva es la unidad real de la resistencia o de la oposición, por eso su principal objetivo es dividir y fraccionar. En Cuba reprimen cada vez con mayor violencia, impidiendo la organización de oposición y alentando la imagen una disidencia de grupos inconexos entre sí. En Venezuela con intrigas, maniobras y manejo de información ya casi dividen la oposición mostrándola como inoperante porque no logrará el referéndum revocatorio este año y porque agrava la crisis; es la imagen del verdugo culpando a la víctima, pero funciona. En Ecuador, que tendrá elecciones el 19 de febrero próximo, el aliento a la mayor cantidad de candidatos de oposición y el juego de que Correa pese a que puede no será candidato, solo prepara su fraudulenta reelección con 40% de votos superando a su seguidor con por lo menos el 10%.
Evo Morales en Bolivia ya ha puesto en campaña a sus sindicatos de coca para desconocer su derrota del 21 de febrero pasado por la que está impedido de simular ninguna reelección mas, mientras criminaliza y persigue judicialmente a los opositores reales. En Nicaragua Ortega y su mujer avanzan rampantes con su fraude electoral sobre una oposición a la que han fraccionado y liquidado.
Por eso hay que insistir: la restitución de la democracia es la lucha que consiste en retirar del poder al dictador para luego terminar con su sistema. La transición solo empieza con ejercicio efectivo del poder. La restauración de la democracia solo sucederá cuando los Castro en Cuba, Maduro en Venezuela, Correa en Ecuador, Morales en Bolivia y Ortega en Nicaragua hayan dejado el poder. Para lograrlo la unidad es imprescindible. No es una unidad ideológica ni siquiera programática, es unidad de objetivo, unidad vital, de sobrevivencia, de emergencia nacional. Si todos los líderes, los partidos, la gente que quiere libertad no se unen para retirar la dictadura, la tarea será imposible. Los dictadores son muy poderosos y peligrosos porque el ejercicio de su poder no tiene regla ni límite. Contra poder tan grande solo puede la unidad con el único objetivo de recuperar la democracia, la libertad.
Con la democracia recuperada, en condiciones de democracia, se abrirá recién el tiempo de la diputa legítima del poder, de los espacios, las candidaturas, las muy legitimas aspiraciones personales, los reales o idealizados roles individuales o de grupo. La estrategia de los dictadores es que estas confrontaciones internas de la oposición se den en el proceso de restitución de la democracia porque de esa manera ellos ganan y ganar es quedarse. Quienes no reconozcan esta realidad corren el riesgo de convertirse en cómplices de la dictadura.
*Abogado y politólogo. Director del Interamerican Institute for Democracy.
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