ORQUESTA FILARMÓNICA DE COCHABAMBA
Don Franklin Anaya, en la madurez de su maestría
existencial, luego de crear la prestigiada Escuela de humanidades “LAREDO” y de
promover el amor por el arte musical, manifestaba a todos los contemporáneos su
anhelo de lograr, para nuestro departamento, una orquesta sinfónica de
categoría internacional. Decía - ya existen numerosos valores humanos de
excelencia cultivándose en el exterior pero las condiciones necesarias no
comulgaban para que retornen a la patria y conformen un conjunto de expresión
musical sinfónica reconocida. Pues, el sueño de don Franklin se hizo realidad.
Otro tanto soñaba el maestro don Mario Estenssoro, ambos, delicados seres de la
cultura nacional, desde el cielo aplauden la realización de su sueño.
Fue don Augusto Guzmán quien fundó la Orquesta Filarmónica actual en
el 2007, y al presente dirige una pléyade de jóvenes artistas de depurado y
maravilloso arte. Una historia de éxitos le concede jerarquía de innegable
experiencia. Hemos escuchado múltiples conciertos y obras de los genios
universales con fervorosa atención, enriqueciendo el alma, depurándonos del
acontecer nacional tan decaído en acontecimientos.
Cuando en la lectura del diario vivir, se registran
eventos innobles, y me refiero a asuntos de contenido político, ambiental,
social, cultural, moral, ético, que atentan contra el bien vivir colectivo y la
unidad de la patria; de repente, y con felicidad, aparece un lampo de luz y
retorna el optimismo. Sucedió este milagro al escuchar a casi una centena de
jóvenes interpretando magistralmente la Sinfonía Nº 6 “Patética” de Tchaikovsky
y el Doble concierto de Brahms acompañando a dos eximios solistas invitados.
En cuanto al relato de las obras, fue la “Patética”
conmovedora, la que abrió un cauce de lágrimas y conmovió el espíritu. Asumí la
intensa amargura que vivió el genio, su drama personal, su melancólica soledad
en una aldea en la costa del lago Lemán de Ginebra, aquel hermoso espejo azul
que conocí en la Suiza francesa; febril, contagiado del cólera morbus y
sometido a un tratamiento empírico criminal como suelen ser los procedimientos
de la medicina no científica, quemado al ser sumergido en tina hirviente, murió
a los 53 años de edad este hombre destinado por Dios, como Verdi, Mozart,
Beethoven, a regalar a la humanidad belleza eterna.
El adagio final es verdaderamente patético; luego de
varias excelsitudes y allegros sublimes, decae la palpitación de la existencia,
aún se escuchan los últimos alientos llenos de pesadumbre, la extinción de la
vida en suspiros de dolor y de lamento. Finalmente, la exhalación del alma y el
silencio.
Grave instancia
de acabamiento que resume las glorias y las sombras de la propia vida; se da el
paso trascendente a otra existencia de infinita dimensión estelar, para
aproximarse a la fuente primigenia, la suprema energía donde nos espera el
Padre bondadoso, el Creador.
El testamento musical del genio con la “Patética” creada
días antes de morir, es verdaderamente extraordinario. Por asociación evoco el
término de tantas amadas existencias, de vidas plenas de nobleza, de
familiares, amigos, seres de mi tiempo y de la historia que conmovieron con su
relato mi cultura.
Gracias Orquesta
Filarmónica por el magnífico regalo de espiritualidad, de gozo y reflexión
anímica, en medio de la atmósfera sombría e irrespirable que nos ahoga en
mediocridad, el concierto fue un evento de sublimada grandeza.
Gastón
Cornejo Bascopé
Cochabamba,
julio 2016.
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