Salvar el proceso de cambio”. Esta frase volvió a escucharse hace unos días. La pronunció la expareja del presidente Morales, Gabriela Zapata, quien aseguró que altos referentes del Gobierno le hicieron este pedido antes de una conferencia de prensa en la que tenía planeado hacer fuertes revelaciones acerca del escándalo que se ha ido develando en los últimos dos meses y al que se atribuye en gran parte la derrota oficialista en el referéndum del 21 de febrero y la caída de la popularidad presidencial.
La aseveración no deja de tener coherencia, pues de otra forma no se explican todas las maniobras que se han puesto en marcha parar acallar a Zapata, mantenerla aislada, fuera del alcance de los parlamentarios que tratan de investigar la red de influencias que corrieron para beneficiar a la empresa que maneja millonarios contratos con el Estado. El gabinete en pleno está pendiente de este caso, cada uno de los ministros parece tener algún encargo especial alrededor del asunto y, obviamente la misión de todos ellos es mantener el gran secreto, que no es por supuesto el hijo del mandatario, sino algo mucho más grave y que podría ser lapidario para el régimen.
Decíamos que no es la primera vez que se invoca esta consigna de salvataje. Se la hizo muy claramente en el 2008, tras los sucesos del Porvenir, un hecho que pintó de cuerpo entero al Gobierno y que defraudó a muchos bolivianos que censuraron la violencia, el abuso y los procedimientos maquiavélicos que se utilizaron para imponer una hegemonía decidida a desconocer el proceso autonómico, implantar la persecución política y utilizar todos los medios posibles para reproducir el poder. Aquella vez tuvieron que hacerse cambios en el gabinete para evitar el deterioro de la imagen y textualmente uno de los ministros removidos afirmó que él había sido el artífice de la salvación.
A pesar de ello, la arremetida autoritaria no se detuvo, pues vinieron los golpes a los gobernadores y alcaldes elegidos democráticamente; vino el fraude, el acoso judicial a los opositores, el Tipnis, Chaparina, Caranavi y la constante violación a los derechos humanos, las leyes y la constitución.
El polémico fiscal Marcelo Soza fue otro que también habló del grave peligro que corría el “proceso de cambio”, cuando afirmó que “el gobierno se cae” si se conociera toda la verdad que hay detrás del caso terrorismo, los que armaron el montaje y quienes manipularon el proceso judicial para inculpar a gente que había cometido el “delito” de pensar distinto. En todos estos casos, los operadores del oficialismo movieron cielo y tierra por esconder la verdad y en buena medida lo habían logrado, pues gran parte de la población prefería ignorar las cosas, miraba para otro lado o las pasaba por alto, en retribución a unas condiciones económicas favorables, originadas en el contexto externo y que las autoridades hábilmente se atribuyeron.
Más allá del desgaste progresivo que han causado estos episodios, hoy no solo parece imposible seguir escondiendo las mentiras, los abusos y la corrupción sino que al mismo tiempo, los factores externos parecen conspirar indefectiblemente contra el proceso de cambio.
Más allá del desgaste progresivo que han causado los episodios negativos de gobierno, hoy no solo parece imposible seguir escondiendo las mentiras, los abusos y la corrupción sino que al mismo tiempo, los factores externos parecen conspirar indefectiblemente contra el proceso de cambio.
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