Sólo la Virgencita de Urkupiña pudo lograr este milagro de acercamiento a los Estados Unidos, lo cual logró disipar el viejo y natural escepticismo de mi compadrituy, a quien obligué a ingresar de rodillas en el templo de San Ildefonso...
From Quillacollo City, by Macacha viuda de Racacha, corresponsal, primera bailarina y devota de la Virgen de Urkupiña.
Inicio este primer despacho periodístico tratando de narrar el asombro de gran parte de la población boliviana ante el primer milagro de la Virgencita de Urkupiña, quien mostró ante Bolivia y el mundo a nuestro presidente vitalicio Evo Morales conversando con el encargado de Negocios de los Estados Unidos, señor Peter Brennan, acerca de un acercamiento entre ambas potencias que podría conducir al intercambio de embajadores y la mutua colaboración entre ambos Estados.
Este hecho milagroso me hizo caer de rodillas ante la imagen de la Virgencita de mi pueblo, porque conozco de cerca al Mandatario boliviano por razones de trabajo y sé que él es y sigue siendo un recalcitrante antiimperialista, pues muchísimas veces acusó a los gringos norteamericanos de todo lo malo que podría suceder a Bolivia y a nosotros los bolivianitos.
Sólo la Virgencita de Urkupiña pudo lograr este milagro de acercamiento a los Estados Unidos, lo cual logró disipar el viejo y natural escepticismo de mi compadrituy, a quien obligué a ingresar de rodillas en el templo de San Ildefonso, que así se llama la iglesia de mi pueblo Quillacollo, que es donde nos enteramos de este milagro inaugural de la Madre de Dios.
Como mi compadre es terco, insistió en la inexistencia del milagro sosteniendo que nuestro Mandatario es muy astuto y seguirá siendo antiimperialista, lo cual no me pareció mal, aunque insistí en la autenticidad del milagro de la Mamitay de Urkupiña.
Presurosa por irme a bailar –cual es mi promesa a la Virgen– me apresté a liquidar cuentas con mi jefe periodístico para lo cual le conduje cerca de la imagen de la Virgencita ante quien le hice jurar que él reconocía la deuda de 2.000 dólares en calidad de préstamo, dinero que gastaríamos ambos en honor a la milagrosa Madre de Dios quien había estrenado su actividad milagrosa, inspirando a nuestro sempiterno a mejorar las relaciones diplomáticas con los Estados Unidos, pensando tal vez en que no es malo hacerse más amigo de los ricos cuando los números inequívocos nos dicen que han llegado los tiempos de la pobreza y el crujir de dientes.
Es por ello que yo siempre le digo a mi compadre: “Evo y sus amigotes entran al agua y no se mojan, entran al fuego y no se queman, abrirán Embajada en Washington y hablarán quechua sin aprender inglés.” Todo esto le dije a mi compadre. Macacha.
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