Ninguna civilización, a no ser nuestra civilización moderna, puede definirse como civilización jurídica: incluso por encima de los Estados, el Derecho pretende la armonización del mundo. Por consiguiente, analizar el Derecho y sus conexiones generales significa analizar la trama más original de la civilización moderna y de la libertad moderna”. Umberto Cerroni*
Vale decir, que el rasgo constitutivo y diferencial de la libertad moderna es su carácter jurídico. Su objetivo es la conquista de la justicia, para lo cual el Derecho no debe ni puede estar sujeto a la coerción política directa sobre la vida de la sociedad, como afirma el escritor italiano citado. Ese rasgo ha sido borrado de la práctica en el régimen que preside Evo Morales, que llevó la politización de la justicia –o judicialización de la política- contra sus opositores a aberraciones propias de cualquier autocracia, dictadura disfrazada de demócrata, siempre con impulsos de dominación absoluta. El resultado es la degradación de los procedimientos de democráticos y la anulación progresiva de los derechos ciudadanos.
Y es esa realidad, sin resquicios para la duda, lo que explica los últimos acontecimientos de un mal llamado juicio por “terrorismo- separatismo”, en los hechos un complot político con carátula judicial, contra Santa Cruz, sus líderes y su demanda de autonomía. El proceso llevaba seis años con 39 imputados, 9 presos en cárceles del país, otros con detención domiciliar, muchos en el exilio. Todos ellos, víctimas de violaciones jurídicas como negarles el derecho al juez natural, a la presunción de inocencia, a un juicio limpio y justo, amén del sembrado de falsas evidencias, manipulación de prueba y extorsiones, con fiscales, jueces, y abogados venales.
Que los dos sobrevivientes del “terrorismo de Estado” en Bolivia -ejecución extrajudicial de tres extranjeros europeos el 16 de abril de 2009, por un comando de élite- se hubiesen acogido a un juicio abreviado, previa aceptación de la imputación de “alzamiento armado” e implicando a otros, desnuda la naturaleza coercitiva del poder político que preside el régimen Morales. Otras dos personas también optaron por dicho procedimiento a cambio de libertad inmediata o a corto plazo, siempre a costa de terceros: uno es el candidato a gobernador por el departamento de Santa Cruz con 22 juicios administrativos en su contra, y el otro es un dirigente cívico perseguido él y acosada a su familia, hasta que optó por el exilio. No se pretende juzgar las personas que buscaron su libertad imputando a otros, sobre todo después del tiempo que estuvieron presas y luego de haber denunciado reiteradamente que fueron víctimas de torturas físicas y psicológicas. Nadie quisiera estar en esa situación: les agotó la resistencia. Y la bonhomía también que, en esas condiciones, se pierde antes que otros valores.
¿Maniobra envolvente para La Haya?
Nada tiene que ver la libertad moderna pensada por Cerroni, con los “juicios abreviados” que obligan a los detenidos a aceptar imputaciones falsas para obtener una libertad, abreviada de dignidad, porque se acusa a inocentes. Así, en Bolivia se campea la naturaleza coercitiva y dominante del régimen. Se sabe, aunque lo nieguen, que fue un alto y novísimo ministro quien ofició de operador para tal proceso, o “maniobra envolvente”, como diría el ‘Vice’.
¿Por qué esperaron nada menos que casi seis años? Para quebrar la moral de los detenidos, es una hipótesis más que cierta. Pero hay una razón político-diplomática. Y es que entre abril y mayo próximos, Bolivia debe presentarse ante el Tribunal Internacional de La Haya para fundamentar su reclamo por una salida soberana al mar, perdida tras una guerra con Chile, en 1879. Como casi todas las guerras, esa también fue de conquista por parte de los vecinos vencedores y de desidia por parte de los vencidos.
Ante la proximidad de La Haya, apremiaba encontrar una solución jurídica, aunque indigna desde el punto de vista de Derecho, la civilización y la libertad modernas. Los ‘embajadores’ que representarán a Bolivia ante aquellos magistrados internacionales, no debían ser ‘facilitadores’ de un régimen que asesinó a tres hombres desarmados, sin presentar lucha y sin derecho a juicio justo. Con La Haya pisando los talones, había que borrar el crimen que envuelve a los tres ajusticiados europeos: Eduardo Rózsa Flores, húngaro-boliviano jefe del grupo; Árpad Magyarosi, húngaro, y Michael Martín Dwyer, irlandés. Con las auto-imputaciones asumidas ahora por dos sobrevivientes de aquel asalto y otros 2 presos, todos son culpables de alzamiento armado subversivo contra Morales. Ya tiene el régimen excusas, aparentemente legales, para haber ejecutado a aquellos tres.
¿Por qué lo hicieron? Para callar la verdad sobre quiénes trajeron a los extranjeros y su sucio trasfondo político: “aplastar” la corriente autonomista del Oriente boliviano y a sus líderes. Eran entonces un impedimento para el proyecto de dominación político-ideológico-étnico-cultural en Bolivia, aupado entonces por el socialismo del siglo XXI y otros ‘ismos’.
Algo de historia: la señora Caroline Dwyer
En busca de verdad y justicia llegó a Bolivia, en septiembre pasado, Caroline Dwyer, madre de Michael, ajusticiado la madrugada del 16 de abril de 2009 en un hotel de Santa Cruz de la Sierra. La acompañan su hija, representantes diplomáticos de Irlanda, un traductor y periodistas, para apoyar su demanda: que una instancia internacional imparcial esclarezca el crimen del cual fue víctima su hijo. En la habitación donde fue abatido sin dar pelea, dijo que él “fue una víctima inocente y pidió a los autores de la ejecución de Michael se hagan responsables y rindan cuentas”. El informe concluyente de la forense del Departamento de Justicia irlandés, la doctora Marie Cassidy, señala que Dwyer presentaba una bala para causar daño mortal, con trayectoria descendente desde una distancia corta.
El escritor y periodista Mauricio Aira, apunta que “Está demostrado por pericias científicas realizadas en Bolivia, en Hungría y en Irlanda, que lo de aquel día fue un asesinato a sangre fría cometido por elementos de la seguridad del Estado y se ha conocido que la muerte de Dwyer fue la más brutal, pues el irlandés agonizó durante varias horas, estuvo desangrándose mientras los esbirros del Ministerio de Gobierno plantaban sus pruebas, y más tarde fue rematado… Todo eso consta en el expediente internacional que se ha ido reuniendo en todos estos años y forma parte de las pruebas que han ido acumulando en organismos como la ONU, representantes de la Unión Europea y otras entidades relacionadas con Derechos Humanos”. (Vigía y Libertad, blogspot/2014/09). Y no habrá juicio abreviado alguno que elimine el requerimiento por violación a los Derechos Humanos contra los autores de ese crimen.
Durante su estadía en Bolivia, la señora Dwyer asistió a una de las audiencias del juicio y recibió información de los dos sobrevivientes, quienes ahora se han acogido al “juicio abreviado”, aceptaron la imputación del régimen y acusaron a otros. En ese entonces (septiembre 2014) los abogados debían resolver el incidente de “actividad defectuosa”, cuyo objetivo era demostrar que el caso de marras fue “montado”. ¿Qué dirá la señora Dwyer, ahora? ¿Seguirá prosperando su iniciativa para que se esclarezca el crimen contra su hijo?
Si se trata de analizar el Derecho y sus conexiones generales como la trama más original de la libertad moderna, en palabras de Cerroni, el régimen que preside Evo Morales y los hombres de diverso pelaje que lo acompañan, Bolivia debiera estar en la prehistoria de la libertad y de la civilización jurídica modernas.
*La libertad de los Modernos. Ediciones Martínez Roca. Barcelona 1972
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