una estancia de 10 semanas en Cochabamba, no me impidió sino por una vez, la publicación de mis artículos en la nombrada COLUMNA LUMINOSA, título algo altisonante, que nada tiene que ver con los iluminados, o la inspiración "luminosa que se podría interpretar como de inspiración espiritual o de visión superior", no hay tal, cuando el responsable de PUNTOS DE VISTA de Los Tiempos me solicitó adjetivar mi columna que sale a luz cada dos semanas, me acordé, o mejor asocié de forma instantánea con LA COLUMNA VERTEBRAL de Carlos Mesa, o de Bar Lamentos de Estremadoiro, precisé el título después de la obra de teatro de José Maria Pemann LA HERIDA LUMINOSA en que el autor narra como dramaturgo, el calvario que recorrió el padre del protagonista, un piadoso seminarista primero y más tarde sacerdote, la historia de un hombre a los pies de su esposa, pidiéndole su perdón y rehacer su convivencia matrimonial, al borde de la separación, lo que el piadoso joven, veía como un peligro mortal para la pervivencia del hogar paterno.
contemplar jornada tras jornada el padecimiento de su padre y la negativa también repetida de su madre a negarle el acceso a su alcoba, va provocando un profundo malestar en el joven, que se transforma en una úlcera sangrante que a la larga termina con su débil existencia. Es la herida luminosa, porque al morir termina revelando su naturaleza y ante la consumación de la existencia del piadoso hijo, los padres llegan a comprender que deben estar unidos y que deben llevar una cohabitación normal de todo matrimonio cristiano. Tarde comprenden que aquella herida en el hijo querido, la habían provocado sus padres al separar sus dormitorios...
qué relación entre la obra de J.M.Pemann y el título de mi columna? en realidad ninguna, quizá la añoranza de la Patria Lejana y el forzado exilio a que me sometió el tirano Luis García Meza, que ha provocado por cierto una herida...profunda, mortal, incurable, que sangra dia y noche y que es tan vieja como los 33 años que vivo separado de Bolivia. herida que trato de curar con visitas lo más frecuente posibles, para detener lo cruento de estar a cuestas con esta marca indeleble de ser boliviano y no poder cambiar de nacionalidad por nada del mundo.
herida que ahora estoy seguro ILUMINA mi pensamiento, mis emociones y se hace crónica de por vida, no logra cicatrizar, causa dolor, profundo dolor a tiempo que alienta un accionar, próximo al paroxismo del pensamiento que se expresa en los textos, en las conversaciones, en las relaciones de amistad que mantengo con amigos del alma, que saben de este cosquilleo incesante, imparable, constante y de una fijación que no desaparecerá sino con la muerte. así, las doscientas mil visitas a este sitio, son otros tantos suspiros por Bolivia, su Gente, sus Cosas, sus alegrías y sus dolores.
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