Le hace mucho bien a la salud de la democracia en Bolivia lo ocurrido el domingo en Beni donde, en medio de justificada expectativa, se registró la elección a gobernador y cuyo desenlace fue la sorprendente victoria del candidato opositor Carmelo Lens sobre la oficialista y exreina de belleza Jessica Jordan, obtenida en condiciones claramente desventajosas. Además de sorprendente, una relativamente cómoda ventaja a favor de Lens hizo que quedara descartada la segunda vuelta prevista entre los dos candidatos más votados.
Algunos desbordes propios de las tensiones del momento no alcanzaron a ensombrecer el acto electoral que destacó por la actitud de los benianos para cumplir, disciplinada y conscientemente, su deber ciudadano ejercitando su derecho al voto.
Aunque los datos oficiales finales todavía son procesados por el Tribunal Electoral Departamental, el triunfo de Lens ya es irreversible con más del 52% de los votos contra el 44,1% de su oponente que, a regañadientes, dejó traslucir su nuevo revés electoral. Arropada por su partido, algún consuelo podría hallar en el crecimiento de la votación obtenida en los últimos siete años en un departamento todavía impenetrable para el masismo, una plaza política ‘muy dura’, según la definió el vicepresidente del Estado.
Además de significar el fortalecimiento de las fuerzas opositoras en torno a una candidatura de unidad y de su resurgimiento en un año prelectoral, el resultado de la elección en Beni pone freno en seco a la insaciable voracidad del Movimiento Al Socialismo (MAS) por extender, de cualquier manera, el dominio de su poder político a toda la geografía nacional.
Como para aguar cualquier festejo, la derrota del masismo se produjo en vísperas de la conmemoración del septenio de Evo Morales en el Gobierno. Y debe ser el jefe de Estado uno de los más afectados por el traspié en las urnas, después de haber encabezado la campaña proselitista de la bella Jessica, utilizando arbitraria y abusivamente recursos del Estado y pisoteando a su regalado gusto las reglas del juego de la justa electoral. No obstante, la democracia practicada a conciencia se impuso por encima de todas las maniobras por desvirtuar su limpio ejercicio en el hermano departamento beniano, larga e injustamente postergado, a despecho de su extraordinario potencial. Es también el triunfo incuestionable de los benianos cansados de cantos de sirena y de esperar la llegada de tiempos mejores que se merecen.
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