Observador
En un espasmo de
aburrimiento encendí el televisor. Daban, en vivo, la conferencia de
Ahmadinejad y Correa en Ecuador. El iraní, primero, invocó a la divinidad, o a
quien sería, al misericordioso que no enseñó misericordia a estos barbados y
astutos feligreses que se adueñaron de Persia. Me pareció ridículo. Era una
conferencia de jefes de estado, no un púlpito. Horas antes había visto
fotografías de ahorcados en las cárceles iranias, y escucho a Shimon Peres
relatando cómo se caza y ejecuta a homosexuales allí. Yo que ataqué con furor,
y por escrito, la invasión de Irak, creo que miraría con morboso beneplácito
que occidente aplastara de una vez por todas a la criminal jerarquía
eclesiástica de Teherán. Ya va demasiado abuso como para soportarlo más. Ojalá
que su locura mahometana los lleve a arriesgarse en la estrechura de Ormuz. El
cañoneo que seguiría luego tal vez pudiera explosionar el largo y amargo rencor
que duerme en la población. Tanto sueñan los ayatolas con el paraíso que habría
que hacerles expedito el viaje, Ahmadinejad incluido.
El siguiente, el
hijo de un triste correo del narco, Rafael Correa, me dejó estupefacto. Lo
había conocido imbécil y feminoide, pero esa noche excedió cualquier
expectativa. Estaba tembloroso, manojo de nervios, y no cesó en sus sospechosos
dengues que acompañaron una insulsa e ignorante charla; bobaliconadas de crío
que se sabe impune y da berrinches. Lo que dijo fue un cero rotundo. No expresó
nada, y no cesó de moverse como si la cena que compartiera con su par asiático
le hubiese quemado el intestino con picante. El mismo sonriente Correa que la
muchacha Vallejo, diva de la revolución pequeñoburguesa y candidata a
millonaria, miss Chile y paradigma de un universo de ignorantes, dice adorar,
junto al semidiós aymara y dudoso varón que rige los destinos del Ande moreno.
Dejo a los doctos
el análisis y me pongo a conversar como se hace en la calle, con malicia y
conocimiento, experiencia de primera mano. Esta última, imprescindible, que me
hace desconfiar de sujetos como la Vallejo, objeto de culto y onanismo de
selectos, inmodestos y seniles autores nacionales. A cada quién su placer.
Hace tiempo que
pareciera que el gobierno de Morales se desmorona. Los acólitos aúllan que
nunca, que atrás no se regresa, como si dijeran algo nuevo. Paradójico porque
sus pasos los guían incluso detrás del atrás, a los felices días caníbales y
nudistas del ayer. Otra vez, a cada quién su gusto, y con Bataille y
Levi-Strauss quizá encontrásemos justificativos poético-científicos de algunas
aficiones. No olvido que el gran Petrus Borel ansiaba nostalgia del ser caribe,
y que desde Rimbaud a Artaud, muchos han buscado esos recovecos de libre
ancianidad. Pero acá estamos ante otra cosa, despojada de cualquier altruismo o
arte, grandilocuente de fraude. El retorno a las fuentes en Evo & Cia es
invento para dorar la píldora. Que están que se caen por meses es cierto. Y
viéndolo quieren aprovechar al máximo una oportunidad que no ha de volver. Por
eso arremeten de nuevo contra el Tipnis, porque la coima de presi y vici (e)
-casi latín- debe ser tan jugosa que justifica el riesgo. Que la gasten en
Chonchocoro.
¿Por qué tanta
maldad en este escritor laureado? ¿Qué te ha hecho el Evo?, me preguntaba un
escritor alcoholizado. Personalmente nada, pero no he visto, y mucho he, tamaña
desfachatez en ningún lado.
Para terminar,
unas líneas del mono mayor, coronel Hugo Chávez, que con suerte para él
fallecerá presidente. Con suerte también para nosotros. Decía que ayer u hoy,
discurseó por nueve horas. No me lo puedo imaginar. Tortura china, igual o peor
que su hijo putativo Evo Morales cuando perora sin ton ni son, levantando un
dedito regordete, sentencioso, o seductor…
15/1/12
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