La Prensa teme que en Yucumo se vaya a repetir otro Porvenir.
Encuentro violento de dos grupos de campesinos de origen diferente.
Clara LP porque reine el sano juicio. la justicia. la comprensión antes que la sangre.
El infructuoso diálogo entre los pueblos indígenas del Territorio Indígena Parque Isiboro Sécure (TIPNIS) y la comisión de ministros del Órgano Ejecutivo ha tenido como resultado la continuidad de la marcha, en protesta por la construcción de la carretera Villa Tunari–San Ignacio de Moxos y otras peticiones, hacia la ciudad de La Paz. El Gobierno se ha replegado, frustrado por la imposibilidad de lograr un acuerdo con los dirigentes marchistas, y ha dejado inconclusa la resolución de este tema.
La localidad de Yucumo, en cuya dirección avanzan los originarios, se encuentra habitada por colonizadores provenientes de tierras altas. Ajenos a la cultura de los llanos, ajenos a los principios y valores que rigen la vida de moxeños, yuracarés, chimanes y otros. Personas, en su mayoría, afines al Movimiento Al Socialismo (MAS) o, por lo menos, afines a la decisión de construir esta carretera, pase por donde pase, afecte a quien afecte. Los colonizadores han manifestado su repudio a las exigencias de los indígenas, iniciando un bloqueo en Yucumo y una contramarcha a la emprendida por los defensores del TIPNIS.
La situación es compleja y complejas serán también las repercusiones de este conflicto. En definitiva, se avecina un enfrentamiento. Un choque entre pueblos. Un duelo de ideologías. Golpes, palos, puños, gritos. Tal vez más. ¿Heridos? Sin duda. ¿Bajas? Es posible. Esperemos que no, pero la probabilidad es alta. El apasionamiento de ambas partes, los extremos que motivan las diferencias, son complicados. Los intereses en juego son muy grandes. El diálogo ha fracasado, esto es un hecho. Lo único que queda ahora es la fuerza. Derrotar a unos con la imposición y el poder de otros.
Como en la novela de Boris Pasternak Doctor Zhivago, la marcha pacífica, revolucionaria, compuesta por hombres, mujeres y niños, al son de trompetas y bombos, avanza por las nevadas calles de Moscú, sin saber que a la vuelta de la esquina aguarda un grupo de caballería fuertemente armado, con sables y armas de fuego, listos para reprimirlos. De alguna manera, así se encuentran los originarios del TIPNIS en un trayecto hacia una represión.
Yucumo ha sido militarizada y cuenta con importante resguardo policial, destinado a evitar una colisión. ¿Bastará esto para minimizar este inminente riesgo? Recordemos que en la población de Porvenir, en Pando, también hubo fuerzas del orden; sin embargo, su presencia no pudo evitar el enfrentamiento entre los lugareños. Enfrentamiento que conllevó la muerte de varias personas, llegándose a denominar el caso como la “masacre de Porvenir”. ¿En Yucumo podrá acontecer lo mismo? ¿Algo peor?
La localidad de Yucumo, en cuya dirección avanzan los originarios, se encuentra habitada por colonizadores provenientes de tierras altas. Ajenos a la cultura de los llanos, ajenos a los principios y valores que rigen la vida de moxeños, yuracarés, chimanes y otros. Personas, en su mayoría, afines al Movimiento Al Socialismo (MAS) o, por lo menos, afines a la decisión de construir esta carretera, pase por donde pase, afecte a quien afecte. Los colonizadores han manifestado su repudio a las exigencias de los indígenas, iniciando un bloqueo en Yucumo y una contramarcha a la emprendida por los defensores del TIPNIS.
La situación es compleja y complejas serán también las repercusiones de este conflicto. En definitiva, se avecina un enfrentamiento. Un choque entre pueblos. Un duelo de ideologías. Golpes, palos, puños, gritos. Tal vez más. ¿Heridos? Sin duda. ¿Bajas? Es posible. Esperemos que no, pero la probabilidad es alta. El apasionamiento de ambas partes, los extremos que motivan las diferencias, son complicados. Los intereses en juego son muy grandes. El diálogo ha fracasado, esto es un hecho. Lo único que queda ahora es la fuerza. Derrotar a unos con la imposición y el poder de otros.
Como en la novela de Boris Pasternak Doctor Zhivago, la marcha pacífica, revolucionaria, compuesta por hombres, mujeres y niños, al son de trompetas y bombos, avanza por las nevadas calles de Moscú, sin saber que a la vuelta de la esquina aguarda un grupo de caballería fuertemente armado, con sables y armas de fuego, listos para reprimirlos. De alguna manera, así se encuentran los originarios del TIPNIS en un trayecto hacia una represión.
Yucumo ha sido militarizada y cuenta con importante resguardo policial, destinado a evitar una colisión. ¿Bastará esto para minimizar este inminente riesgo? Recordemos que en la población de Porvenir, en Pando, también hubo fuerzas del orden; sin embargo, su presencia no pudo evitar el enfrentamiento entre los lugareños. Enfrentamiento que conllevó la muerte de varias personas, llegándose a denominar el caso como la “masacre de Porvenir”. ¿En Yucumo podrá acontecer lo mismo? ¿Algo peor?
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