- ¿Qué lectura hace de la ley de transición de autonomía promulgada recientemente?
- Una ley transitoria podría ser positiva en tanto y en cuanto trate de resolver temas inmediatos. Sin embargo, el problema no está en el orden legislativo, sino en la actitud hacia la nueva etapa que representa la construcción del Estado autonómico.
Eso implica la actitud de los gobernantes de compartir poder, de cohabitar con el adversario y de entender que en todo proceso de descentralización se impone una actitud pluralista y generosa a las distintas visiones que hay en el país; más aún cuando éstas tienen expresión territorial.
-¿Evitó eso el MAS?
-El tema de coexistir con el adversario y de romper con la lógica de amigo y enemigo, de corruptos y virtuosos, tiene que ver con la capacidad interna, psicológica y la disponibilidad política de los que ahora tienen el poder. Parece que no tienen en su repertorio conductual otra cosa que no sea la confrontación y eso desdibuja la construcción autonómica.
- Frente a esa situación, ¿qué alternativas tienen las regiones opositoras?
-Es importante que se sienta que hay un poder ciudadano que está detrás de la investidura de quienes han sido elegidas y que no es casual que en reiteradas ocasiones se les haya ratificado la confianza.
La otra vía es que más que oponerse hay que generar opciones alternativas, tener una mayor capacidad de comunicación de las visiones porque se han instituido mentiras como si fuesen verdades.
El Gobierno ha sido muy hábil al decir que los estatutos fueron hechos entre cuatro paredes. Estamos viendo un presidencialismo altamente personalizado y que no tiene la capacidad de regular su sed de poder.
- ¿Hay riesgo para la autonomía municipal?
- El abrir las puertas para vendettas personales, acusaciones y contraacusaciones puede proliferar en el territorio y amenazar la gobernabilidad de muchos municipios, porque pueden ser manejados por clanes políticos y no sólo por adversarios políticos.
Los bolivianos somos muy innovadores, fuimos los primeros en lanzar el grito libertario para lograr la independencia, pero somos los últimos en llegar, es decir, siempre hemos asumido las tendencias mundiales de una manera y radical.
Hoy el péndulo catastrófico boliviano se movió y estamos al otro lado, exportamos la guerra del agua, replanteamos la ortodoxia neoliberal, pero en nuestro país no vemos resultados.
- ¿Cómo ve el caso terrorismo?
- El caso terrorismo está muy desgastado. Es una suerte de excelencia, un ‘reality show’ político porque no hay la capacidad de discriminar lo que puede ser terrorismo, separatismo ni autodefensa, que son conceptos muy diferentes.
- Una ley transitoria podría ser positiva en tanto y en cuanto trate de resolver temas inmediatos. Sin embargo, el problema no está en el orden legislativo, sino en la actitud hacia la nueva etapa que representa la construcción del Estado autonómico.
Eso implica la actitud de los gobernantes de compartir poder, de cohabitar con el adversario y de entender que en todo proceso de descentralización se impone una actitud pluralista y generosa a las distintas visiones que hay en el país; más aún cuando éstas tienen expresión territorial.
-¿Evitó eso el MAS?
-El tema de coexistir con el adversario y de romper con la lógica de amigo y enemigo, de corruptos y virtuosos, tiene que ver con la capacidad interna, psicológica y la disponibilidad política de los que ahora tienen el poder. Parece que no tienen en su repertorio conductual otra cosa que no sea la confrontación y eso desdibuja la construcción autonómica.
- Frente a esa situación, ¿qué alternativas tienen las regiones opositoras?
-Es importante que se sienta que hay un poder ciudadano que está detrás de la investidura de quienes han sido elegidas y que no es casual que en reiteradas ocasiones se les haya ratificado la confianza.
La otra vía es que más que oponerse hay que generar opciones alternativas, tener una mayor capacidad de comunicación de las visiones porque se han instituido mentiras como si fuesen verdades.
El Gobierno ha sido muy hábil al decir que los estatutos fueron hechos entre cuatro paredes. Estamos viendo un presidencialismo altamente personalizado y que no tiene la capacidad de regular su sed de poder.
- ¿Hay riesgo para la autonomía municipal?
- El abrir las puertas para vendettas personales, acusaciones y contraacusaciones puede proliferar en el territorio y amenazar la gobernabilidad de muchos municipios, porque pueden ser manejados por clanes políticos y no sólo por adversarios políticos.
Los bolivianos somos muy innovadores, fuimos los primeros en lanzar el grito libertario para lograr la independencia, pero somos los últimos en llegar, es decir, siempre hemos asumido las tendencias mundiales de una manera y radical.
Hoy el péndulo catastrófico boliviano se movió y estamos al otro lado, exportamos la guerra del agua, replanteamos la ortodoxia neoliberal, pero en nuestro país no vemos resultados.
- ¿Cómo ve el caso terrorismo?
- El caso terrorismo está muy desgastado. Es una suerte de excelencia, un ‘reality show’ político porque no hay la capacidad de discriminar lo que puede ser terrorismo, separatismo ni autodefensa, que son conceptos muy diferentes.
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