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lunes, 22 de junio de 2009

la coca nos inunda. qué hace el gobierno con tanto coca? adónde va a parar?

La coca nos inunda


Aumenta la producción de coca y la fabricación de cocaína todavía más. Lo que le preocupa al Gobierno es buscar la legalización.

ElNuevoDiaEditorial El Nuevo Día

¿Podrá explicar el Gobierno del MAS qué se hace con la producción que sale de las 30.500 hectáreas de coca que hay en el país? ¿Seguirá insistiendo en la industrialización (legal) de la “hoja sagrada”? ¿Continuará insistiendo en que toda esa cantidad se destina al consumo tradicional? ¿Persistirá en mostrar como un éxito el hecho de incautar cada día volúmenes crecientes de droga en el país?

Acaba de salir el informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra las Drogas y el Delito (ONUDD) que refleja un incremento del seis por ciento de los cultivos de coca en Bolivia en el 2008. La superficie cultivada ha estado creciendo de forma persistente desde 2006, año en que se contabilizaron 27.500 hectáreas. El nivel actual es el más alto desde 2001.

Con las cifras reportadas por la ONUDD, las 12 mil hectáreas que constituyen la porción de cultivos legales en el país contemplados en la Ley 1008, representan sólo el 39 por ciento del total. Ese monto se ajusta a la demanda de los usos tradicionales, lo que quiere decir que la producción de 18.500 hectáreas está tomando otro camino y no hace falta ser de la DEA para inferir que toda esa coca se usa para fabricar cocaína, porque hasta el momento no se ha conocido ningún proyecto serio referido a otro tipo de industrialización.

La ONUDD realiza un monitoreo satelital de todo el territorio y ha constatado que el mayor incremento de los cultivos de coca se ha dado en el Chapare (8%), donde la extensión cultivada está llegando casi a las 10 mil hectáreas, mientras que en Los Yungas, el aumento fue del 5 por ciento.

El informe hace referencia también al avance de los cocales sobre los parques nacionales, como el Isiboro Sécure y el Carrasco, donde se calcula que hay dos mil hectáreas sembradas, lo que representa un impacto enorme en contra de la biodiversidad. Lo sucedido hace unos días en Yapacaní, donde grupos de campesinos hirieron de bala a un policía antidroga que patrullaba la zona y el otro suceso, en el que resultaron con graves quemaduras 20 personas que trataban de impedir la incineración de coca incautada, es una prueba de que los cocales van ganando terreno en áreas que habían estado ajenas a este problema. Habría que verificar qué está ocurriendo en la reserva del Choré, el parque Amboró y otras zonas donde hace unos años se produjeron los primeros indicios de las incursiones cocaleras.

Un análisis de estos datos refuerzan la idea de que no hay nada de casualidad aquí y que “los frutos siempre caen cerca del árbol”. Obviamente también nos referimos a la cocaína, cuya producción ha aumentado en un porcentaje aún mayor que el de la coca (9%), lo que pone a Bolivia en alrededor de 113 toneladas de droga por año.

Al Gobierno de Evo Morales no parece preocuparle las consecuencias que puede acarrear este desborde, sino todo lo contrario, pues lo que está buscando es la legalización. Hace unos días el canciller boliviano se fue hasta Colombia para solicitar el respaldo de ese país para demandar ante la ONU que la coca sea eliminada de las sustancias controladas. En Bogotá, Choquehuanca se topó con la noticia de que los colombianos más bien han bajado su producción tanto de coca como de cocaína y en todo caso, le ofrecieron ayuda para reproducir esos avances en Bolivia.

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