No podemos resistir a la necesidad de registrar éste importante comentario de OPINION:
La verdad de lo que ocurrió con Diprove en Ivirgarzama
¿Qué está pasando con la Policía? En los últimos tres meses, han ocurrido diversos hechos en Cochabamba, en los que las autoridades del orden, han sufrido humillaciones, insultos, despidos injustificados, presiones y ahora, hasta son víctimas de secuestros, agresiones físicas e intentos de linchamiento que las autoridades superiores, no saben cómo informar.De acuerdo a versiones recogidas por este diario entre vecinos de Ivirgarzama, que socorrieron a los policías secuestrados, lo ocurrido el miércoles 2 de mayo fue vergonzoso, humillante y sorprendente, porque si bien las autoridades de Diprove anunciaron procesos judiciales contra los dirigentes que encabezaron la serie de delitos cometidos contra la institución, omitieron detalles que son apenas una muestra de lo sufrido por 12 efectivos policiales que sólo cumplían con su deber.No se mencionó, por ejemplo, que muchos cocaleros, transportistas y comunarios en estado de ebriedad, tiraron al piso a los policías, los patearon, les arrebataron sus armas de reglamento, mientras los abofeteaban, les jalaban de los cabellos y los insultaban. Tampoco dijeron que los policías fueron desnudados de sus uniformes y los dejaron en calzoncillos para humillarlos, ni que los rociaron con gasolina para prenderles fuego y que sólo la oportuna intervención de algún pastor evangélico impidió el crimen. No se dijo que los seis policías tuvieron que escapar en calzoncillos por las calles de Ivirgarzama, tocando puertas desesperadamente para huir de una muerte segura, o que tuvieron que vestirse con ropas de albañiles para poder mimetizarse entre los que pedían sus cabezas, y así lograr buscar refugio en el cuartel de Chimoré, mientras los otros seis eran secuestrados en una posta de la misma Policía. Horas después de semejante abuso, el subdirector nacional de Diprove, Cnl. Suaznábar, declaraba a la prensa que “todo había sido un malentendido y que los policías ya estaban de retorno, que no habían sido tomados como rehenes”, cuando la realidad era totalmente opuesta y ahora la querella que será presentada en la Felcc, es por tentativa de homicidio, secuestro, destrozos de vehículos públicos, robo de armas y otros. Los policías golpeados, no quisieron brindar declaraciones, no se sabe si por órdenes superiores o por vergüenza. El sábado, el director nacional de Diprove, Cnl. William Osinaga, anunció una querella por varios delitos, pero también se esforzó en recalcar que el sector con el que se enfrentaron era de transportistas, cuando se sabe que, también, fueron cocaleros al mando de Severo Huanca. ¿Por qué hasta el momento no se devolvieron las armas robadas a los policías? Las respuestas tendrán que ser buscadas judicialmente, si es que la querella sigue su curso hasta el final. Pero, esas no han sido las únicas situaciones de abuso, vividas por los policías. Hace unas dos semanas, en una sucursal del Banco Unión, un ciudadano que vociferaba en la institución por unos papeles que le faltaban, fue abordado por un policía que le pidió que bajara la voz y se tranquilizara o de lo contrario tendría que sacarlo, pero el hombre reaccionó empujando al efectivo y amenazándolo con hablar con el presidente Evo Morales para dejarlo sin empleo, pues era un alto funcionario de la Embajada de Venezuela y amigo personal del Mandatario.Tampoco se puede olvidar que durante el conflicto político por la Alcaldía de Punata y la intervención policial con gases, el comandante Néstor Gonzalo Villarroel presentó un primer informe, con fecha del mismo día del enfrentamiento, dando cuenta de la llamada de la ministra de Justicia, Celima Torrico, a su celular. Dos días después, el mismo policía escribía otro informe, negando la llamada de la ministra. ¿Fue obligado o presionado a presentar el segundo informe? No se sabe, pues las investigaciones aún continúan.El 8 de enero, el Cmdte. Wilge Obleas acababa de ser posesionado, cuando la ex ministra de Gobierno, Alicia Muñoz, lo destituía vía televisión, porque un grupo de policías se atrevió a gasificar a cocaleros que les apedreaban y Celima Torrico “pensó” que fue Obleas quien había dado la orden. El fatídico 11 de enero, los policías fueron obligados a tratar de impedir enfrentamientos en las calles, completamente desarmados y portando sólo sus escudos. El saldo fue de 18 policías heridos.
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