En medio de graves cuestionamientos y de un repudio mundial creciente, Nicolás Maduro se dispone a instalar este jueves una Asamblea Constituyente cuya legitimidad naufraga en la sospecha de haber surgido de una estafa monumental. Al desconocimiento de un número creciente de países, se agrega un calificativo difundido por personas e instituciones que aumentará el aislamiento del régimen: es ahora equiparado al de Manuel Noriega, el exlíder de la Guardia Nacional de Panamá que se hundió y acabó preso más por sus vinculaciones con el narcotráfico que por la oposición política interna creciente que lo tenia en jaque. El Gobierno de Estados Unidos sumó esta semana a Maduro a la lista exclusiva hasta ahora formada por el nonagenario Robert Mugawbe, de Zimbabwe, el sirio Bashar al-Assad y el norcoreano Kim Jong-un, desprovistos de los atributos democráticosmás esenciales. El agregado de “narco” parece el distintivo que coloca a Nicolás Maduro en un pedestal superior al trío. A él se propone felicitar el presidente Evo Morales cuando asista a la juramentación y posesión de la controvertida Asamblea Constituyente.

Estará a la vista de todo el mundo y bajo el ojo de las cancillerías de los países que repudian al nuevo cuerpo, cuya desligitimación llegó sin cuestionamientos en la mañana del miércoles con el informe de la compañía Smartmatic, creadora de la plataforma electrónica que desde 2004 ha estado a cargo de las elecciones en la patria de Bolívar y de Sucre. De origen venezolano, sede en Londres y con historia de participación en procesos electorales de unos 40 países, de Estados Unidos a Sierra Leona, pasando por Brasil y Estonia, la empresa denunció que la elección del domingo fue manipulada y los resultados oficiales abultados con más de un millón de votos.

Es decir, Maduro habría perdido sin remedio si la elección hubiese sido honesta. Como anunció que lo que no consiguiese con el voto lo lograría con balas, el mundo atestigua ahora cómo hace honor a su propósito. Las autoridades del Consejo Nacional Electoral (CNE) que preside Tibisay Lucena, hizo lo que se esperaba: Desmintió a la empresa, con el cuidado de no desmerecer la trayectoria histórica de la firma en comicios venezolanos durante 13 años ni ofrecer pruebas que desmientan a Smartmatic.

Al haber proclamado una adhesión incondicional a Maduro y haberlo instado a no cesar la represión que ha causado hasta ahora más de 120 muertes desde abril (“Maduro, dales duro”, fue su arenga hace pocos días), Morales se colocó del lado equivocado de la historia.

Como parte destacada del experimento socialista del siglo XXI, Bolivia ha marchado sobre la ruta de Venezuela, aunque todavía distanciada. Un académico venezolano que visitaba Bolivia hace algunos años, decía a sus interlocutores que el curso boliviano le parecía como la lectura de un libro que en el caso de su país había avanzado hasta la página 150 en tanto que la de Bolivia aún no llegaba a la número 50. Me pregunto si a estas alturas colocaría a su país en el epílogo y hasta dónde habrá avanzado respecto a Bolivia.
 
El autor es periodista
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