El Alto y el Pacífico

            

Iván Arias Durán


En 1983, El Alto era un barrio periférico de la ciudad de La Paz con no más de 150 mil habitantes y hoy es la segunda ciudad más importante de Bolivia. Si Santa Cruz es el eje económico, El Alto es el centro político de Bolivia: “Los alteños hoy ponen y sacan gobiernos, la política no se puede pensar sin estos ciudadanos y ciudadanas. La primera demostración de ello fue 2003” (G. Fernández, 2016). En términos poblacionales, La Paz decrece en habitantes (el 2025 podría bajar a 700 mil) mientras que El Alto crece y crece (el 2025 podría tener más de un millón de habitantes).

La actividad económica de la ciudad de El Alto gira alrededor de la manufactura, cuyo aporte al PIB es del 26%, la participación más alta comparada con los municipios de La Paz, Cochabamba y Santa Cruz de la Sierra. A pesar de esta notable contribución, la estructura manufacturera está principalmente conformada por micro y pequeñas empresas (MyPES), que tienen importantes diferencias de productividad con las empresas medianas. Siguen en importancia en su aporte al PIB el comercio informal (13%) y transporte y almacenamiento (11%). Las MyPES generan el 55% de los empleos, con los textiles como el rubro que más trabajadores contrata (datos INE, 2016).

El Alto se ha transformado en la urbe más poblada del país con una dinámica laboral propia. Actualmente es llamada ciudad industrial/manufacturera y ciudad mercado. Se debe tener en cuenta que el 12% de las exportaciones bolivianas tienen su origen en dicha urbe. En los últimos años, las equivocadas políticas estatistas que se han impuesto en el país han dejado su huella en El Alto y Ametex es la mayor y peor demostración de las consecuencias de la asfixia y desprecio por la iniciativa privada por parte del Estado.

Pequeñas y medianas empresas (metalmecánica, carpintería, orfebrería, textiles) que hacían de El Alto la ciudad industriosa, la Shangai boliviana le decían algunos, se han visto obligadas a cerrar, reducir sus inversiones o irse a mejores destinos (a Arica o Arequipa, en el exterior).

Cientos de microempresas, al igual que miles de desempleados, han hallado en el contrabando, la construcción, bares, cantinas y lenocinios la oportunidad para que el dinero proveniente de la minería informal (cooperativista) y del narcotráfico circule y se blanqueé.

De cada 10 enfermos que son atendidos en El Alto, cuatro provienen directamente de las provincias de La Paz. El migrante campesino que llega a El Alto difiere mucho del migrante colla que recibe Santa Cruz. El colla para irse en busca del sueño boliviano, antes, acumula experiencia y dinero en el collao (para lograr su capital de arranque trabaja y vende algunos bienes).

Con ese capital humano y monetario va a la conquista de la modernidad y el desarrollo en el oriente. Busca acrecentar su capital. En cambio, el migrante que viene y recibe la ciudad de El Alto es un migrante que se viene con las manos vacías ( khalasiqui). Es un migrante insatisfecho por el olvido del Estado en su comunidad, en su provincia. Es un migrante que harto de esperar, viene a volcar su frustración y rabia en El Alto porque sabe que es la mejor forma de asediar al Estado para, de no ser escuchados, asaltarlo. El migrante que llega a El Alto quiere respuestas y soluciones ¡ya! El Alto es la ciudad que paga la deuda social que se debe a las provincias.

Esta urbe se constituye, al igual que la ciudad de Santa Cruz, en uno de los mayores centros de mesticidad y modernidad, atesorando un sin fin de potencialidades que emergen más que por el apoyo de sus autoridades, por el impulso de sus habitantes. Ciudad de emprendedores, se resiste a caer en manos del facilismo de la droga y el contrabando, aunque estas actividades cada día avanzan más e impregnan la vida cotidiana de los alteños. La falta de oportunidades lleva a que jóvenes migren hacia Santa Cruz o incursionen en actividades delictivas, prostitución o drogas.

Debido al acelerado crecimiento de El Alto, su incidencia en el entorno es determinante. Es por ello que de una mirada solo local/municipal se hace imprescindible una mirada más amplia, hacia el área metropolitana: La Paz, El Alto, Viacha, Palca, Mecapaca, Achocalla y Laja. Como región metropolitana (INE, 2012) la de La Paz es superior en habitantes (1.775.062) a la de Santa Cruz (1.750.717) y Cochabamba (1.454.539). Dentro del denominado bono demográfico, a nivel nacional, la proporción de la población en edad productiva, comprendida entre 15 y 64 años de edad, representaba en 1992 alrededor de 57,2% del total de residentes urbanos, en 2001 rondaba el 60% y para el año 2012 la población activa es aún mayor, 65%, más de seis millones de personas (IDH, 2016).

Para la región metropolitana de La Paz y El Alto, en particular, esta es una oportunidad que no se debe dejar pasar, siempre y cuando las personas en edad productiva estén en el sistema educativo o bien trabajando, pues de lo contrario se estaría desaprovechando la oportunidad. La región metropolitana de La Paz ha aumentado su población en edad productiva de 727 mil habitantes en 1992 a casi 1,2 millones, lo cual significa un incremento de casi cinco puntos porcentuales de la población en este grupo. Aparte de esta visión metropolitana, se debe indagar a futuro el carácter de articulador al océano Pacífico que debe jugar El Alto y la región metropolitana en su relación con los departamentos de Oruro y Potosí en Bolivia, como con los del sur del Perú y norte de Chile.