Cualquiera sea el resultado, el Gobierno perderá, así emplee todo su control sobre las instituciones. Difícilmente revertirá la creciente sensación térmica por el NO
Es difícil entender por qué Álvaro García Linera y un grupo de neomasistas convencieron al presidente Evo Morales para someterse a una nueva consulta popular a poco más de un año de su última victoria electoral, al año del fracaso del oficialismo en las elecciones para gobernadores y gobiernos municipales y a pocos meses de perder en los referendos sobre estatutos preparados por el Movimiento Al Socialismo.
¿Faltó un análisis sereno del contexto interno y de los complejos vientos externos, tanto en Europa como en América Latina?
¿Por qué se planteó casi al día siguiente de las elecciones generales debatir el nombre del sucesor del presidente que es a la vez máximo ejecutivo de los cocaleros bolivianos? ¿No existe un equipo para sopesar los diferentes escenarios, para delinear en prospectiva? ¿No leen, no conocen la historia de este país, del comportamiento de su pueblo en diferentes coyunturas?
Al parecer, todo razonamiento fue nublado por un instinto de conservación, a la vez expresión de la ambición desmedida de un grupo de altos funcionarios que saben que sin Evo son unos “pichiruchis”, como resume Mafalda. El propio vicepresidente que no ha ganado por sí solo –tampoco sus parientes– ni una jefatura de carrera ni el vicerrectorado de la UMSA, a pesar de un gran aparato político, de ahí su encono contra los alcaldes populares.
¿Por qué gastar millones de bolivianos en una consulta que podría haberse dejado para 2018, sólo para deshojar la margarita: me quiere, no me quiere...? ¿Por qué poner en aprietos al Tribunal Electoral Plurinacional, renovado con otros rostros afines al Gobierno, pero que podrían intentar prevalecer su profesionalismo? Los quemaron antes de que puedan ordenar el caos que heredaron.
¿Por qué autoengañarse con pintadas de paredes compartidas por los funcionarios públicos obligados a dividir turnos, comprar la pintura y salir desde el atardecer a poner un mensaje sin contenido? Es interesante ver en las concentraciones al mismo que vimos días antes en Senasir o a la chica del Ministerio de Planificación y sus colegas de escritorio.
Cualquiera sea el resultado, el Gobierno perderá, así emplee todo su control sobre las instituciones. Difícilmente revertirá la creciente sensación térmica por el No ni superará sus mejores votaciones. Si gana, la mitad no creerá en la transparencia del conteo. Una vez más en la historia, el voto paceño será el más significativo.
Ni siquiera achuntaron al poner rojo al No. Atávicamente se sabe que es el color de la pasión y del adiós. ¿Por qué el Gobierno busca una Tarjeta Roja, antes de tiempo?
La autora es periodista.
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