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lunes, 8 de noviembre de 2010

desilusión por el film de Pérez sobre el padre Espinal. (eju.tv)

Asistí a la proyección de la película-documental sobre Luis Espinal que dirigió el padre Eduardo Pérez.

¡Qué pena! Esperaba un documental sobre la vida de Luis Espinal, que hizo tanto en diversos campos: radio, televisión, prensa, cine, escribió libros, columnas de crítica de cine en prensa y radio, sermones en varias iglesias de La Paz y un libro de oraciones impresionante.

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Qué pena que toda esta vida no esté presente en el documental, dizque película, y sólo se lo vea al padre Pérez con unos mensajes sobreactuados, centrados en su propia persona, con imágenes mal iluminadas, mal realizadas y, con un gesto que debería ser con llanto, cerrar con una escena que no tenía el sentimiento necesario para generar una reacción profunda en los televidentes.

Qué pena que el documental-película sea más “Yo, el padre Pérez” y no el padre Espinal, que sí merece respeto de quien trata de mostrarlo al mundo como un hombre bueno, comprometido con la gente, con una visión cristiana del mundo diferente a la del presentador, que se olvida de valores tan profundos como la dignidad humana, presente en todos los mensajes del padre Espinal.

¡Qué pena! Los entrevistados hablan más de ellos que del padre Espinal. Carlos Mesa incluso no sabía si su programa en televisión era “En carne viva” en Bolivia o “Cuestión urgente”, en España. Este programa en Canal 7 fue censurado por su contenido en un Gobierno que se calificaba de izquierdista y Espinal incluso fue insultado y calificado de extranjero, pidiéndole que volviera a España a criticar a Franco.

¡Qué pena! Xavier Albó no tuvo tiempo para hablar de lo que realmente pensaba el padre Espinal, de lo que hacía, de su compromiso humano y cristiano con mucha gente; la sola alabanza no sirve.

¡Qué pena! Iván Canelas utilizó el recuerdo de Espinal para hacer propaganda para el Gobierno del MAS sobre racismo y discriminación. Qué pena que se olvide de que estuvo preso en el Gobierno de García Mesa por muchos meses sin el apoyo de sus actuales empleadores.
¡Qué pena! que Antonio Eguino resalte sólo una premonición que tuvo de la muerte de Espinal y no hable de las discusiones a fondo que tenía durante la elaboración del guión de la película Chuquiago, donde los puntos de vista sociológicos y cristianos de Espinal calaron hondo en el filme.

En fin, qué pena que la oportunidad de resaltar el pensamiento, la vida y la visión de un hombre de verdad se pierda en declaraciones forzadas, mal actuadas y superficiales buscando sólo proyectar la imagen del director de la obra y no de quién era, se supone, el centro del documental-película: Luis Espinal.

¡Qué pena!

Enrique Eduardo. Fuente: Página Siete

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