Ya hemos manifestado una honda preocupación por la al parecer irrevisable determinación del presidente Evo Morales que apunta sin vueltas, supuestamente, a la adquisición de una aeronave para su uso personal exclusivo. El alto costo del aparato estimado en varios millones de dólares, es la causa fundamental de nuestros reparos que, dicho sea de paso, son compartidos por sectores de peso y de los demás, de nuestra región grigotana y supuestamente de todo el país.
Mas, tales reparos que nos merece la, al parecer confirmada compra multimillonaria no sólo son causados por lo irrisorio del hecho de que un país franciscanamente empobrecido como el nuestro se esté embarcando en la compra de un aparato tan caro, como pocos deben existir al servicio de políticos que ocasionalmente acceden a las más altas dignaturas del Estado. Los reparos en cuestión aumentan a montones en razón de las al parecer incurables flaquezas del mandatario que, por lo que tiene expuesto a lo largo de todo su tiempo, es un viajero infatigable y lisa y sencillamente compulsivo.
De imaginar es que si hoy se embarca en aerolíneas comerciales o en aparatos que facilitan gobernantes que le son adictos a ojos cerrados, si tiene a su capricho presidencial uno de exclusivo uso personal, pues quizás poco sea el tiempo para contar con él y con sus pies puestos en su tierra. Decirse podrá, seguramente en breve, que materialmente el jefe del Estado vive en las nubes, o para que no suene a metáfora urticante, vive a bordo.
Aferrándose uñas y dientes a las estrecheces en que se desmayan las finanzas nacionales, el régimen que encabeza Evo Morales tiene convulsionados a sectores populares, no pocos de estos seguidores suyos, negándoles unas mejoras salariales de mediana consistencia al menos. No vamos a decir que ahorrándose el gasto en el avión habrá plata para atender las persistentes demandas socioeconómicas. Lo que si es lógico y cabal subrayar es cómo un país que no puede brindar una mejor perspectiva de vida para su gente, puede permitirse, en cambio, adquirir un avión para que los planes de vuelo del Presidente no se interrumpan llueve o truene.
Porque, hay que apuntarlo asimismo, no son cosas de vida o muerte o de interés supremo para nuestro país las que tienen al presidente Morales con la cola parada. A veces, más bien, no pocas, poco o nada afortunadas son las visitas del Jefe del Estado a destinos más allá de nuestras fronteras. ¿Qué sentido tiene alentar una afición viajera sin provecho real alguno?
Mas, tales reparos que nos merece la, al parecer confirmada compra multimillonaria no sólo son causados por lo irrisorio del hecho de que un país franciscanamente empobrecido como el nuestro se esté embarcando en la compra de un aparato tan caro, como pocos deben existir al servicio de políticos que ocasionalmente acceden a las más altas dignaturas del Estado. Los reparos en cuestión aumentan a montones en razón de las al parecer incurables flaquezas del mandatario que, por lo que tiene expuesto a lo largo de todo su tiempo, es un viajero infatigable y lisa y sencillamente compulsivo.
De imaginar es que si hoy se embarca en aerolíneas comerciales o en aparatos que facilitan gobernantes que le son adictos a ojos cerrados, si tiene a su capricho presidencial uno de exclusivo uso personal, pues quizás poco sea el tiempo para contar con él y con sus pies puestos en su tierra. Decirse podrá, seguramente en breve, que materialmente el jefe del Estado vive en las nubes, o para que no suene a metáfora urticante, vive a bordo.
Aferrándose uñas y dientes a las estrecheces en que se desmayan las finanzas nacionales, el régimen que encabeza Evo Morales tiene convulsionados a sectores populares, no pocos de estos seguidores suyos, negándoles unas mejoras salariales de mediana consistencia al menos. No vamos a decir que ahorrándose el gasto en el avión habrá plata para atender las persistentes demandas socioeconómicas. Lo que si es lógico y cabal subrayar es cómo un país que no puede brindar una mejor perspectiva de vida para su gente, puede permitirse, en cambio, adquirir un avión para que los planes de vuelo del Presidente no se interrumpan llueve o truene.
Porque, hay que apuntarlo asimismo, no son cosas de vida o muerte o de interés supremo para nuestro país las que tienen al presidente Morales con la cola parada. A veces, más bien, no pocas, poco o nada afortunadas son las visitas del Jefe del Estado a destinos más allá de nuestras fronteras. ¿Qué sentido tiene alentar una afición viajera sin provecho real alguno?
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