primero Santa Cruz, hoy Beni y Pando, mañana Tarija, luego vendrá Cochabamba y Chuquisaca.
Dante Pino vislumbra el futuro de Bolivia Autonómica, si bien no compartimos toda su visión, una cosa es cierta que la historia no retrocede y Bolivia con toda seguridad encontrará su sino.
Concluidos los procesos autonómicos en los cuatro departamentos que le dijeron SI a la nueva Bolivia, resta comenzar a implementar los Estatutos para avanzar en la dirección correcta. Esto es ahora lo más importante, sin prestar atención a las voces centralistas que defienden un régimen estatal caduco y acabado. Vamos a paso de vencedores sin mirar atrás. De cara al sol del oriente que ilumina el nacimiento de un Estado de, para y por una vida con dignidad y sin miserias.
Allá el MAS y sus hordas de matones, ignorantes y atrevidos, allá las huestes delincuenciales de ponchos con cuchillo para matar perros, allá aquellos que siguen pensando en la insurrección armada para instaurar un gobierno obrero y campesino (trotskismo arcaico) allá los que piensan que hay que convertir al Estado en productor de bienes y servicios, en dueño de la vida privada de los ciudadanos y en el gran inquisidor que define quien debe vivir.
Esta plaga que ha llegado al Palacio de Gobierno es pasajera, y no puede detener el paso de la historia, no tienen tamaño ni fuerza para tal propósito. Ya lo demostró el voto en Santa Cruz y lo refrendará el voto en Beni, Pando y Tarija, el pueblo avanza, ellos se quedan. Lo que debemos tener es templanza, ante sus amenazas, ante la boca que escupe insultos, improperios, ludibrios y ante la descalificación de las ideas como la única arma que poseen los masistas.
No son para temer, pues tienen mucha boca y poco cerebro. Por eso están donde están y han acabado con el voto popular que los llevó al Palacio para que administren nuestros intereses, no para que engorden y agredan. Así que la Bolivia Autonómica pisa y pasa por encima de la mala hierba que se prendió en la Plaza Murillo y sus alrededores.
Se deben ejecutar los Estatutos y esto significa que se debe tomar control de los recursos departamentales que le pertenecen a cada pueblo por derecho y no por concesión del centralismo presidencialista. Dejar de tributar al Estado centralista, mientras no reconozca la victoria autonómica, esa debe ser la primera tarea. Crear el Tesoro Departamental que concentre los ingresos provenientes de los tributos, de las regalías y de los ingresos propios que generan las instituciones. Romper con el centralismo sin miedo. Esta es la consigna que defenderá el interés de los ciudadanos y los movilizará en la defensa del proceso por el que han votado.
Es pues necesario un pacto social autonómico. Las Instituciones departamentales a la cabeza de la Gobernación, los empresarios de la Banca, Cooperativas, fábricas, comercio importador y exportador, los trabajadores del campo y la ciudad, los gremialistas, transportistas, todos al Pacto Social Autonómico que defina la forma y manera de ejecutar la autonomía departamental.
Es hora de pasar del voto a la acción. Porque las autonomías no esperan, no tienen tiempo para perderse en diálogos absurdos que buscan restarle fuerza y recursos financieros, con el fin de debilitarlas. Ese es el juego del centralismo masista. El dialogo que quiere el MAS es ganar tiempo para ahogar el proceso. Se colocan la careta de la democracia y abjuran de ella al mismo tiempo.
Miren nomás ahora a los masistas defensores de la ley y el orden. Es para reírse. Reclamando la obediencia a la Constitución que juraron eliminarla. Que dirían los revolucionarios de verdad escuchando a estos masistas acudir a la ley burguesa para defender la revolución. Pobres diablos.
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