Ahora cuando hemos conocido la ríspida reacción del Paraguay al sólo anuncio de Bolivia de construír con ayuda de Venezuela cuarteles y fortines en territorio nacional para sentar soberanía sobre los puertos vinculados geográficamente a nuestro vecino contendiente de la Guerra del Chaco, es hora de retomar la historia que don Augusto Cuadros dejó escrita para nuestra ilustración.
Los jóvenes de hoy se desentienden del drama humano de proporciones dantescas que significó esa guerra. Edmundo Paz Soldán grafica en cifras sus resultados, 50 mil bolivianos muertos, 40 mi paraguayos, 25 mil bolivianos fueron tomados prisioneros conducidos al Sur, mientras que Bolivia se hizo tan sólo de 2.500, Bolivia movilizó 200 mil hombres y mujeres estas últimas mas bien en servicios auxiliares de asistencia médica, comunicaciones, administración, mientras que Paraguay logró movilizar a 150 mil. A la hora de dictarse el armisticio, 54 mil bolivianos volvieron a sus hogares, los paraguayos fueron 46 mil. El costo financiero de la Guerra representó para Bolivia 228 millones de dólares, para el Paraguay sólo 128 millones. Bolivia perdió 136.225 kilómetros cuadrados para ganancia paraguaya. La medida exacta de las pérdidas bolivianas están todavía en discusión, algunos estiman que fué de 264 mil kilómetros cuadrados. Al terminar la Guerra, casi 18 mil prisioneros regresaron a Bolivia, y devolvió al Paraguay 2.498, un mil compatriotas murieron en los campos de concentración tan sólo 52 pilas fallecieron como detenidos de Guerra en nuestro territorio.
Por donde se mire Bolivia perdió con la guerra por múltiples factores que bien describe ACS citando a otros autores que estuvieron en su consulta para concluír que el causante principal responsable de la guerra ha sido Daniel Salamanca, Presidente de la República. “Fue el que inició la contienda con premeditación y alevosía, tolerando el desacato militar referido a laguna Pitiantuta, luego, ordenando la captura de los fortines Toledo y Corrales, a los que agregró Boquerón, Salamanca frustró la tregua intentada por una Comisión de Neutrales negándose a desocupar los fortines que habían sido tomado” (La Guerra del Chaco. Ed.Los Amigos del Libro, pág. 211)
Luego el autor enumera las causas, llevarnos a la guerra sin preparación previa, cuando el país carecía de crédito exterior y no disponía de los medios para emprender la empresa. Por hacer la guerra no obstante la tremenda desconfianza hacia los militares y su capacidad profesional, por tomar decisiones personal obviando el trabajo de equipo político-militar, estas fallas fueron advertidas en su momeno por Carlos Quintanilla que a sugerencia de David Toro criticó con dureza la conducta presidencial. Salamanca rechazó las críticas y destituyó a Quintanilla.
Además de Salamanca los siguientes militares, fueron culpables de la derrota Filiberto Osorio, Hans Kundt, Enrique Penaranda, David Toro, Desiderio Rivera, Angel Rodríguez, Francisco Pena, Germán Busch y los que formaron parte de los altos mandos que desconocían las llanuras del Chaco, su falta de previsión frente al enemigo, por sus rivalidad, intrigas y chismes que afectaban a la autoridad, los grandes desastres como Campo Vía, El Carmen y Picuiba que vamos a describir con algún detalle le dieron victoria al enemigo que cortó totalmente el aprovisionamiento de agua, en las tres batallas perdidas por la misma razón aferrándose al desusado concepto de guerra de posiciones o trincheras reforzadas, carencia de estrategia de una elemental previsión y planificación. Ya sabemos que los militares le armaron el “corralito en Villamontes” y le obligaron a firmar su renuncia. Salamanca murió 33 dias después de concluída la guerra el 17 de julio de 1935. Los mandos militares que perdieron la guerra, responsables directos de miles de muertos, de heridos, del inconmensurable dano económico y moral para la Nación, para evitar un juicio de responsabilidad tomaron el poder, gozaron de total impunidad, se enriquecieron apropiándose de bienes del Estado, vivieron en la opulencia y trancurrido el tiempo murieron de muerte natural a excepción de quién aseguran que se suiicidó.
Para poder entender el porqué y el cómo de las batallas perdidas en la guerra, es necesario en unas líneas referirse al episodio de Nanawa, ubicado en la puerta de entrada Paraguay como para Bolivia es Villamontes. El nuevo Comandante en Jefe del Ejército en Campana Hans Kundt de origen alemán fué nombrado el 5 de diciembre de 1932 y mereció la confianza total del Presidente Salamanca, creyó en su sapiencia y le confió los destinos de la patria, “tomar la iniciativa y atacar sin pausas” fué su consigna y organizó el asalto a Nanawa donde Estigarribia, el comandante paraguayo rechazó el ataque e hizo retroceder a los bolivianos. Preparó un segundo ataque algunos meses después y desoyendo consejos de otros militares y del propio Salamanca, lanzó 9000 soldados contra la fortaleza de Estigarribia que esta vez se había preparado aún mejor. Se estima que al menos tres mil bolivianos quedaron en el campo de batalla, nunca ni antes ni después murieron tantos sin lograr resultado alguno. De nuevo para atrás dejando la iniciativa de las acciones armadas al ejército paraguayo, y sin tomar previsión alguna para los fracasos de Campo Vía, El Carmen, Picuiba que se sucedieron a poco.
Citando a ACS que nos refiere que Kundt no prestó oídos a la inquietud presidencial, ni a su advertencia de estar en conocimiento de la transformación de Nanawa de Fortín en una Fortaleza para resistir, “Kundt contaba con una fuerza de 9.000 hombres, tres tanques, un grupo de lanzallamas, artillería y morteros y 12 aviones para los bombardeos. Ordenó los ataques el 4 y 5 de julio de 1933 y en un sólo, fatídico dia, los paraguayos mataron e hirieron casi a la cuarta parte de nuestros efectivos comprometidos en dicha operación. La batalla que se prolongó por varios dias terminó con la retirada del ejército boliviano. Se produjo una verdadera carnicería por la obstinación del alemán Kundt”.
Mayor efecto que los fusiles y canones de Nanawa, Estigarribia utilizó en Campo Via el recurso del agua, es decir de falta de agua a los bolivianos que se vieron ante la disyuntiva de morir de sed o rendirse. ‘esto sucedió el 11 de diciembre, un ano después sucedió exactamente lo mismo el 16 de noviembre de 1934 en El Carmen i finalmente el 8 de diciembre en Picuiba. Miles de soldados rendidos por la sed, que entregaron sus armas al paraguayo, ante la total incapacidad profesional de los mandos militares.
Ya con la experiencia de Campo Via, convertido en una senal de verguenza e incomprensión del accionar de los generales y coroneles de los estados mayores, se pregunta don Augusto “Porqué no se aseguró el aprovisionamiento de agua y se resguardaron sus fuentes de las que dependía la suerte de todo el segundo cuerpo de caballería?” La estrategia paraguaya de privar a los “bolis” de sus fuentes de agua potable, les causó muchos miles de muertos por falta del líquido elemento y otros miles fueron a dar a los campos de prisioneros. A los paraguayos les significó un notable ahorro en vidas y vituallas. Ganaron la guerra porque los bolivianos se entregaron sin combatir. Y nos lo dice un soldado que permaneció los tres anos de la guerra en el frente de combate. Su testimonio es invalorable.
En el corolario, si Paraguay levanta la voz y se alarma porque Bolivia con todo derecho quiere ocupar su territorio en un acto de soberanía y geopolítica, Bolivia tiene la responsabiliad de hacer todo lo posible para desechar la susceptibilidad y comprobar que se trata de un hecho pacífico que con todo, la injusta guerra y un cruel tratado de paz, no será suficiente para despertar la pasión de la venganza y la revancha.
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