Los cultivadores de coca ilegal en Bolivia, cuyo líder es Evo Morales, han anunciado que regalarán al Papa Francisco durante su visita a Bolivia, una “torta y mate de coca”. Es la estrategia de este Gobierno del socialismo del siglo XXI -ahora usando al Papa- de avanzar con la falacia de que su coca es buena y que los cocaleros son agricultores y no productores ilegales de una sustancia controlada, narcótica y clasificada mundialmente como estupefaciente. El dictador Morales implementa su plan para convertir a Bolivia en el país de la coca.
La coca es un arbusto originario de los Andes Amazónicos, “mejor conocida en el mundo por sus alcaloides, de la que se obtiene la cocaína que es un potente estimulante del sistema nervioso y altamente adictivo”. La hoja de coca es el elemento indispensable de la producción de cocaína y es un “estupefaciente” clasificado en la lista 1 de la “Convención Única sobre estupefacientes de las Naciones Unidas de 1961”, enmendada por Protocolo de 1972.
En Bolivia hay dos clases de producción de coca. La legal destinada al consumo tradicional y cultural del occidente el país, cuya extensión máxima es de doce mil hectáreas geográficamente ubicadas en los Yungas del Departamento de La Paz. Y la coca ilegal, producida en el trópico del Departamento de Cochabamba (Chapare) desde la década de los 80 por federaciones de cocaleros sindicalizados de los que Evo Morales es líder supremo. Los cultivos de coca ilegal eran de tres mil hectáreas el año 2003 y bajo el gobierno de Morales superan hoy las treinta y cinco mil hectáreas. “El 98% de la producción de la coca ilegal va al narcotráfico”.
Evo Morales es un dirigente cocalero, nunca fue políticamente otra cosa, dirigió y dirige sus sindicatos cocaleros con verticalidad dictatorial y llegó a controlar la zona cocalera ilegal como zona libre a principios de la década de los 90; pero su feudo fue reducido y reincorporado al Estado los gobiernos democráticos de los presidentes Sánchez de Lozada (1993-97) y Banzer (1997-2001), con la aplicación de la ley, erradicación de coca ilegal, desarrollo alternativo, lucha contra el narcotráfico.
Como dirigente cocalero y con la bandera de defender la coca y discurso antiimperialista, Evo Morales instigó, planeó y ejecutó marchas, bloqueos de caminos, atentados, masacres, muertes, conspiraciones, sediciones y confrontaciones empezando la década de los 90 hasta que asumió el poder. Con la ayuda económica y política visible del dictador libio Gadafi, del castrismo, de Chávez y la sospecha de narcotráfico, convirtió a los cultivadores de la coca ilegal en un instrumento de choque, luego en un movimiento social, más tarde adquirieron la sigla de partido político Movimiento al Socialismo (MAS) y luego tomaron el poder.
Desde el poder, Morales hizo política de estado la “legalización de la coca ilegal”. Expulsó la cooperación internacional antinarcóticos, incluyendo la DEA, liquidó cualquier posibilidad sería de verificación. Las relaciones exteriores del Estado Plurinacional con el que ha suplantado la República de Bolivia, tienen como eje el tema de la coca. Ha presentado reclamos y alegatos a favor de la legalización de la coca en todos los foros internacionales, pero no ha podido modificar ni la extensión de cultivos de coca legal, ni el concepto mundial de que la coca es cocaína. Lo demuestra el informe de 2007 de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes, que llama a los países a “abolir o prohibir el mascado de la hoja de coca y la fabricación del mate de coca”. Finalmente en junio de 2011 el gobierno cocalero de Morales denunció la Convención de las Naciones Unidas de 1961.
A tiempo de la visita del Papa Francisco a Bolivia, Evo Morales está perpetrando la liquidación y avasallamiento de la reserva ecológica indígena el TIPNIS, solo para ampliar los cultivos de coca ilegal de sus sindicatos. El Papa -que en la última Encíclica se refiere a la preservación de la naturaleza- obviamente sabe que “la coca es una planta esquilmante” cuyo cultivo destruye la tierra dejándola inservible y que “su cultivo y la fabricación de cocaína causan un daño severo al medio ambiente”. Aparte, desde luego, del daño a la juventud y a la humanidad por el consumo de la droga cuya prevalencia ha aumentado exponencialmente los últimos diez años.
Univisión en septiembre de 2011, la revista Veja en abril de 2013, investigadores y académicos de prestigio, congresistas en 2015, han señalado al estado de Evo Morales como un “narcoestado”. Como sin coca no hay cocaína, Evo utiliza ahora al Papa Francisco, para que se conozca a Bolivia como lo que no es: el país de la coca.
*Abogado y politólogo. Director del Interamerican Institute for Democracy
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