Considerando, que si se conoce la forma en la que actúa la administración de justicia de un Estado conoceremos también el nivel moral y perfección política del pueblo, entonces nos queda claro que las críticas a la justicia boliviana nos exige darnos cuenta que andamos de mal en peor.
Y es así que, antes que ingrese al Palacio quemado el Presidente Morales, la crítica a la justicia del grupo afín al mandatario era que “la justicia estaba corrompida y loteada”, donde el pueblo litigante, ese que no tiene recursos económicos era el damnificado, el que no tenía posibilidades de justicia por parte del Juez y por ese motivo han transformado la economía jurídica del país buscando la “gratuidad total” y la afinidad política revolucionaria.
Y es necesario que se tome en cuenta que desde el 2006 las cosas no mejoraron y lo que es peor, están tendiendo a dejar un pueblo sin los valores de vida ya existentes, por preceptos de hace 500 años que son violados por el mismo mandatario y miembros de su Comité, como son los casos de Patzy y Surco y la supuesta dualidad de hembra y macho, como principio generativo de vida y organización, por la individualidad del Presidente y el Vicepresidente.
Es de suma importancia considerar la independencia de la justicia y la popularidad de los Magistrados en el nuevo camino que se nos avecina en el Estado Plurinacional. En el sistema de elección se supone que es el pueblo el que debe escoger las personas que han de ser los juzgadores del mismo pueblo, con la posibilidad de dejar de lado la calidad de los méritos del que ejercerá la magistratura, porque sencillamente el pueblo no puede valorarlos debidamente.
Esta elección tiende a ser lo más perniciosa para el Estado Plurinacional boliviano y tiene que volver a ser analizada fríamente y no con impulsos hormonales, porque este medio popular en el que vivimos actualmente y parte imaginativa de la muchedumbre permitirá inclinarse por motivos políticos o se puede acomodar a la elección de un Magistrado afín a sus ideas o simpatías.
Y para no caer en el “desconocimiento amañado” de la historia, la elección de los Magistrados puede ser considerada como un acto de real democracia, que desde mi punto de vista, sería una aparente democracia y es más bien discriminatoria, porque como van las cosas se repetirá la “integración revolucionaria activa” de la Ley cubana del 10 de agosto de 1977, y dónde existirá la manipulación sentimental electoral del “sano sentimiento popular” de la Alemania nazi o se basará sobre los “principios de la conciencia proletaria” de la ex URSS y la China, lo que nos demuestra incluso en nuestro país, que el interés de la sociedad queda sustituido por el interés del Movimiento al Socialismo y del Instrumento Político para la Soberanía de los Pueblos.
No hay la menor duda y así lo demostró el Presidente Morales, cuando afirmó que por decisión de su gobierno fue que el súbdito alemán se trasladó a La Paz y que la presión de los (SS) Sectores Sociales evitan la libertad de muchos presos políticos. Entonces, ahora nos ubicamos en la órbita del absolutismo político y el juez es sólo el ejecutor de la voluntad del monarca (Luís XIV) o del dictador manifestada en la Ley.
En cambio el Juez al hacerse cargo incondicionalmente de sus funciones y bajo juramento, se compromete a velar por la vigencia de la ley, incluso sacrificando sus sentimientos intelectuales, lo que le permite a la sociedad vivir bajo el amparo de la seguridad jurídica.
Para concluir con una sencilla analogía; no se distingue entre el Estado absoluto del totalitarismo, es decir, el Estado absoluto desconoce al pueblo como factor político, ahora bien si la Asamblea Plurinacional representa al pueblo o por lo menos refleja la voluntad de este y al Presidente Morales se lo identifica con la Asamblea Plurinacional. Esta unidad entre el Presidente y la Asamblea Plurinacional desde ya influenciará de manera concluyente en la Organización Judicial del País.
* Lic. en Ciencias de la Comunicación Social
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